Dolores criaba a su hijo en el Rincón de Seca cuando su marido, que pertenecía a la Compañía de Reserva General de la Policía Nacional, fue trasladado a San Sebastián para reforzar los efectivos en la lucha antiterrorista. El segundo día de su estancia en el País Vasco, fue a cenar junto a dos compañeros a un bar cercano al cuartel. Los terroristas abrieron fuego desde un taxi a la altura del bar y acabaron con la vida de los tres.

"Estoy en contra de cualquier diálogo con los terroristas. Con un asesino no se puede hablar. No hay nada que negociar"