Un total de 166,4 millones de euros. Es el coste anual que suponen los daños derivados de la contaminación atmosférica en Cartagena. La calidad del aire de una ciudad se puede medir mediante el control de los elementos contaminantes que dañan la atmósfera, como las concentraciones de aerosoles asociados al transporte, de ozono o de dióxido de nitrógeno. Estos factores son tenidos en cuenta por un estudio publicado en octubre de 2020 por la consultora holandesa CE Delft que analiza los costes sociosanitarios relacionados con la suciedad atmosférica en 432 ciudades europeas de 30 países.

Los datos corresponden al año 2018 y provienen de la oficina estadística de la Comisión Europea, la Eurostat (o en su defecto, de fuentes de los propios países); los que conciernen a España, donde se analizaron 48 ciudades, reflejan que Cartagena está en mitad de la tabla del coste anual por habitante que implica esta contaminación: 775 euros por habitante al año, junto a otras poblaciones como Albacete o Alcobendas y por debajo de de Madrid (1.069 euros), Guadalajara (1.183) y Barcelona (1.256).

Las tablas de las 432 ciudades, que abarcan una población total de 130 millones de habitantes, muestran también el alcance económico que representan los daños derivados de la contaminación del aire. El de Cartagena es de 166,4 millones de euros, el undécimo coste más elevado de las 42 ciudades españolas, por debajo de Valencia (670), Barcelona (2020) y Madrid (3.383 millones).

La tabla de países se completa con el nivel de partículas contaminantes en cada ciudad. En Cartagena, según los datos de la Eurostat, se registraron hace tres años 13,62 microgramos por metro cúbico de partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM2,5) y 21,88 de menos de 10. Además, el nivel anual de dióxido de nitrógeno superó los 19,47 microgramos por metro cúbico y el de ozono troposférico, un contaminante secundario que se forma a partir de reacciones fotoquímicas entre contaminantes primarios como los óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, llegó a los 22,2 microgramos. La Organización Mundial de la Salud establece unos umbrales de contaminación recomendados con el fin de no dañar la calidad del aire y las estaciones de vigilancia recogen los niveles diarios.

Bienestar de la población

El estudio de CE Delft divide el gasto sociosanitario de las ciudades europeas analizadas en dos categorías: los costes directos de atención sanitaria, como por ejemplo los ingresos en hospitales, y los problemas de salud indirectos, como enfermedades pulmonares obstructivas crónicas o la esperanza de vida acortada por la polución del aire.

Este impacto afecta al bienestar de la población «porque la gente tiene una clara preferencia por una vida saludable en un entorno ambiental bueno y limpio», subraya el informe, que recuerda en su introducción que la polución de la atmósfera en las ciudades procede también de un amplio rango de actividades vinculadas al transporte y la industria.

El tamaño de las ciudades es un factor determinante en este estudio, ya que todas las urbes por encima del millón de habitantes están entre las 25 primeras con los gastos en salud provocados por la contaminación del aire más alta. El estudio ambiental matiza que se ha centrado en los daños en la salud provocados por la contaminación atmosférica, si bien señala que otros impactos no analizados se advierten también en los edificios y en «ecosistemas degradados», que precisan trabajos de mantenimiento más frecuentes.