El concejal del PP en Cartagena Fernando Sáenz de Elorrieta lleva trabajando desde octubre para lograr que el desaparecido Cristo de los Buzos resucite. De hecho, hace unos días terminó una nueva talla. La imagen original fue arrancada en enero de 2017 de la roca del monte Roldán en la que se encontraba. Dicha figura continúa en paradero desconocido, aunque fue repuesta por un cristo más humilde, que incluso ha sido dañado por algún desconsiderado.

Elorrieta, ahora retirado del Ejército, es artista y fue submarinista del Centro de Buceo de la Armada (CBA), con base en La Algameca. Durante su época de servicio ha estado destinado en la guerra del Golfo y en barcos como el 'Hespérides' o la corbeta 'Vencedora'. Explica que se ofreció de forma altruista a la Armada para hacer la escultura, y que los materiales han sido costeados mediante una colecta que han hecho los propios militares del CBA.

El Cristo fue colocado en el monte por un buceador del Ejército que sobrevivió a un ataque de buceo. Desde la roca en cuestión, situada frente a la isla de las Palomas, se divisa la estación naval de La Algameca, Cabo Tiñoso y la batería de la Podadera. Una zona que suele ser utilizada por la Armada para adiestrar a sus buzos de combate. Precisamente, los submarinistas tendrán ahora más fácil divisar a su 'guardián' desde el Mediterráneo, ya que la talla de Elorrieta es más grande que la que había originariamente. El nuevo Cristo de los Buzos, hecho en hierro, tiene una altura de 1,60 metros. Además, está diseñado para evitar cualquier tipo de acto vandálico. Por ello, cuenta con una viga que llega hasta 1,40 metros bajo la roca, así como otra viga de angulo detrás para que no pueda doblarse. Pesa entre 95 y 100 kilos, por lo que se necesita un gran esfuerzo logístico para moverlo.

Está previsto que los buceadores del CBA porten el nuevo Cristo hasta lo alto del monte dentro de dos semanas, a mediados de febrero. Su instalación servirá de homenaje póstumo a todos los buceadores que han caído en acto de servicio, en especial para la última baja mortal hasta la fecha de un buceador de la Armada. La tragedia ocurrió el 28 de enero de 2008, cuando un sargento perdió la vida por una hiperoxia (exceso de oxígeno en el organismo) durante una práctica de buceo desarrollada en el buque militar 'Neptuno'.