La naumaquia según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es un combate naval que como espectáculo se daba entre los antiguos romanos en un estanque o lago. La historia de hoy recuerda la celebración de un concierto naumaquia especial en nuestro puerto hace ahora veinticinco años dentro de la Semana Grande de Cajamurcia.

Y fue especial porque con él se trató de homenajear al insigne inventor cartagenero Isaac Peral y por el protagonismo que tuvieron los instrumentos musicales utilizados, algunos de los cuales llamarán la atención del lector.

La partitura de este concierto titulado ´Naumaquia a Isaac Peral´ fue escrita por el valenciano Llorenc Barber, experto en conciertos de campanas, músico minimalista y autor de composiciones interpretadas en capitales tan importantes como Roma o Copenhague. Del estudio y la dirección artística de la obra se encargó el musicólogo e historiador del arte ya fallecido Enrique Máximo, que dedicó gran parte de su vida a la investigación de los órganos. Según manifestó el compositor la naumaquia «es un exponernos a lo desconocido de lo desmesurado de una gigantesca música no climatizada ni climaterizada, un simbólico combate de sonidos entre el mar y la tierra».

Comenzando por las fuerzas musicales de tierra fueron sesenta las campanas que participaron, todas las de las iglesias de la ciudad menos la de la Caridad y la de la iglesia de Santa Lucía que por problemas técnicos no pudieron hacerlo. Entre ellas las de Santa María, una de las cuales es la más antigua de la Región al haber sido fundida en 1528, y que hace dos semanas fueron retiradas para comenzar la restauración de la fachada del templo.

De las campanas civiles destacaron la del Ayuntamiento, fundida en 1605, y la del Arsenal cuyos orígenes se remontan al año 1752 y que regulaba los turnos de trabajo de dicho establecimiento.

Procedentes de Hellín acudieron trescientos tamborileros con sus tambores de gala que hicieron un pasacalle por las calles céntricas de la ciudad antes del inicio del concierto. Siguiendo con los instrumentos terrestres no faltó la gran sirena de la Empresa Nacional Bazán, las salvas de los cañones del Parque de Artillería, dos baterías de tres cañones cada una situadas en los castillos de Galeras y San Julián y las voces de la coral polifónica Carthagonova.

Las fuerzas navales incluyeron las sirenas de nueve buques de la Armada, fundamentalmente dragaminas y las corbetas ´Vencedora´ e ´Infanta Cristina´, dos remolcadores de la empresa ´Boluda´ y varios barcos pesqueros de la Cofradía de Pescadores de Cartagena.

El alcalde José Antonio Alonso publicó un bando invitando a todos los cartageneros a asistir a este espectáculo único e irrepetible. Decía textualmente «a todos invito a asistir con velas encendidas a la explanada del puerto para admirar en silencio ese suceso único», y efectivamente fueron miles los ciudadanos que el 30 de octubre de 1993 acudieron al puerto para presenciarlo.

A las once de la noche se cortó la luz de la zona del puerto y cinco minutos después comenzó el concierto con el intercambio de sonidos que fue seguido con gran expectación por el público allí congregado. Cercana ya la medianoche un gran castillo de fuegos artificiales lanzado desde el muelle de la Curra puso fin a la naumaquia dedicada a Isaac Peral.

Por último mencionar que un día antes del evento el compositor regaló la partitura a la ciudad, y qué mejor lugar para exhibirla que la Casa- Museo de nuestro inventor universal en el callejón de Zorrilla, proyecto del que se lleva hablando mucho tiempo y que esperamos se haga realidad pues Cartagena se lo merece.