La Corporación municipal de Cartagena entregó ayer, concedida por unanimidad, la Medalla de Oro de Cartagena a Antonio Bermejo Hurtado, más conocido como el cura obrero de Vista Alegre. Entre los asistentes se podían observar a los miembros de la Corporación en sus respectivas bancadas además de otras autoridades civiles, políticas regionales y militares. También estuvo presente el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca. Entre el resto de asistentes, a la vez que amigos y familiares del homenajeado, se encontraban multitud de vecinos de Vista Alegre, donde Antonio ha pasado más de 50 años ayudando a los demás y llevando a cabo su trabajo como párroco.

La alcaldesa destacaba durante la apertura del acto, la sencillez, la cercanía a los demás, lo luchador y reivindicativo que es y ha sido siempre el párroco, así como la labor social que ha ejercido durante toda su vida, y que sigue haciendo a día de hoy porque a pesar de estar jubilado, tal y como suscribe el cura obrero, no está retirado. Castejón hizo hincapié también en la importancia que el movimiento de los bautizados como 'curas obreros' tuvieron durante los últimos años de la dictadura franquista y la Transición española.

En su compromiso por crear un mundo más justo e igualitario, Antonio ha sido trabajador además de cura y se ha integrado en la vida social de su pueblo. Durante 38 años fue delegado de CC OO, así mismo fundó la asociación de vecinos de Vista Alegre, con la que conseguió que instalaran semáforos y alcantarillado en el pueblo.

Pero esto no es lo más sorprendente del sacerdote, ya que Antonio renunció a la 'casa del cura' que le correspondía para que ese espacio pudiera utilizarse para construir una guardería y un consultorio médico. Además, los jóvenes también ha sido una de las muchas preocupaciones de este cura, que ha organizado multitud de actividades participando en el grupo de teatro independiente de Vista Alegre y entrenando al equipo de fútbol infantil del pueblo.

Sin mirar para otro lado

Sin mirar para otro ladoDurante el acto, Pedro Castaño, también cura obrero y amigo del homenajeado, quiso dedicar unas palabras al párroco, destacando el bien que su amigo ha hecho a lo largo de su vida.

En último lugar, el homenajeado, que se encontraba visiblemente emocionado, aprovechó para agradecer al pueblo de Vista Alegre que le enseñara a ser «una persona humilde y sencilla», así como a Cartagena y a todas las personas que abarrotaron el salón de plenos durante el acto. No quiso desaprovechar la oportunidad para animar a todos los asistentes a ayudar al prójimo, luchar por un mundo más justo y no mirar «para otro lado», destacando que más allá de la ideología o la creencia está la amistad y que lo más importante es «ser humano».