Desde aquel lejano mes de septiembre de 1893 en el que el Obispo de la Diócesis de Cartagena, Tomás Bryan Livermore, inauguró la iglesia del Santo Hospital de Caridad, han sido varios los cambios experimentados en el interior del templo, y hoy he decidido fijar mi atención en los candelabros que actualmente decoran los laterales del altar mayor.

Todo parece indicar, según testimonios gráficos y documentación conservada en el archivo de la institución benéfica, que la Virgen de la Caridad tenía a ambos lados unos pequeños candelabros para iluminar su imagen. A estos dos elementos se les unían unas matronas que representaban a la Fe y la Esperanza completando de esa manera las tres virtudes teologales.

Y llegamos al año 1946, concretamente el mes de octubre, momento en el que la Corte de Honor de la Santísima Virgen expone a la Junta de Gobierno del Hospital un modelo de candelabros con la intención de regalarlos y sustituir a los antiguos, y el órgano rector, como no podía ser de otro modo, acepta encantado el detalle.

Los tiempos de la posguerra no eran fáciles en lo económico, pasaron dos años, y tenemos que irnos al 8 de abril de 1948 para volver a encontrar datos sobre dichos candelabros. Ese día, la prensa local, bajo el titular ´Adquisición de unos candelabros para la Caridad´ se hacía eco de los deseos de la Corte de Honor para que estos lucieran en el altar mayor junto a nuestra Patrona. Al parecer, se había consultado con las mejores empresas dedicadas a esta materia, las cuales presentaron varios modelos que fueron estudiados de forma detenida por los componentes de la Corte de Honor.

Finalmente, de entre todos los modelos se eligió el de la casa José Gadir de Valencia, que, según el periódico, era muy conocida por sus admirables trabajos en arte religioso. Los candelabros constaban de ochenta y tres brazos y estaban valorados en la no pequeña cantidad para la época de treinta y cuatro mil pesetas.

Con mucho esfuerzo y gracias a algunos donativos, la Corte de Honor consiguió pagar el primer plazo, pero apeló a la generosidad de los cartageneros para conseguir el pago completo de los candelabros a través de una suscripción popular. Durante varios meses, en el periódico local El Noticiero de Cartagena aparecieron los nombres y cantidades donadas por los suscriptores que podían entregar sus donativos en la sacristía. Junto a nombres propios y de instituciones aparecían anónimos que figuraban como ´una devota´ o ´un enamorado de la Virgen´.

El 18 de julio de 1948 se autorizó la instalación de los candelabros, pero no fue hasta el 9 de septiembre cuando el primer diputado de la Junta de Gobierno y Arcipreste de la ciudad, Tomas Collados, procedió a su bendición e inauguración. A pesar de haber sido inaugurados, la suscripción continuó durante varios meses y en enero del año siguiente todavía faltaban tres mil pesetas para lograr la cantidad debida.

En cuanto a los candelabros, hay que decir que estuvieron junto a la Virgen hasta la reforma realizada en 1970, en la que se decidió bajarlos de su altura y realzar así la imagen de la Virgen que aparecía un poco tapada por estos elementos cuya historia hemos recordados hoy en estas líneas.