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Juzgados y fusilados en la oscuridad

Perseguidos y apresados durante la Guerra Civil, perdonaron a los que decidieron su muerte

Con el inicio de la Guerra Civil comenzaron las persecuciones de los cristianos. El lunes 20 de julio de 1936 un autobús se llevó detenida a la comunidad completa de las Hijas de la Caridad de la casa de Misericordia de Cartagena. Pedro Gambín Pérez, sacerdote director de la Asociación de los Hijos de María en la ciudad portuaria, intentó evitarlo, pero fue detenido y encarcelado en San Antón. Allí motivó el ambiente martirial de los presos, hasta que, en la madrugada del 15 de agosto de 1936, salió de la cárcel con otros reos para ser ejecutados en la carretera de Murcia, donde consiguió que los milicianos lo dejaran morir el último para administrar la absolución sacramental a sus compañeros de prisión.

El 18 de agosto de 1936 fueron arrestados los seglares Modesto Allepuz Vera y José Ardil Lázaro, y un día después, Enrique Pedro Gonzálbez Andreu. Fueron juzgados y condenados a muerte en el arsenal de Cartagena. «Se confesaron, perdonaron a los causantes de su muerte y animaron a sus familiares», cuentan los documentos de la causa de beatificación.

En Cartagena fueron asesinados Francisco García Balanza e Isidoro Juan Martínez, quien estuvo 78 días en la prisión de San Antón, donde coincidió con Francisco Roselló Hernández, que fue detenido el 22 de julio y encarcelado desde el 7 de octubre. Fueron los últimos mártires de la Asociación de la Medalla Milagrosa de la ciudad -murieron el 18 de octubre-.

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