Lejos quedan los atentados en los trenes de cercanías de Madrid, del 11 de marzo de 2004, que concluyeron con 192 víctimas y centenares de heridos. Una jornada que supuso el mayor atentado de la historia de la Unión Europea y un punto de inflexión en el análisis de la influencia del yihadismo en Europa, particularmente en España. Entonces eran 150 agentes los encargados de las tareas de control y seguimiento del terrorismo islámico; hoy, sin embargo, son ya más de tres mil sus efectivos y a pesar de semejante despliegue, y de nuestro gran potencial en la lucha contra el yihadismo, puede que la falta de coordinación y comunicación de los Mozos de Escuadra con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil), así como su cuestionada experiencia, hayan contribuido poco a la hora de evitar los atentados de Cataluña. Evidentemente, dejaremos para otro día la instrumentalización política del atentado por parte de los independentistas?

El Diccionario de la Real Academia Española define el terrorismo como «la sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror»; por lo que está claro el objetivo principal de las cédulas yihadistas del autodenominado Estado Islámico con estos atropellos y asesinatos indiscriminados en el corazón de la vieja Europa. Muchos son los que han gritado por las calles de Barcelona «no tengo miedo», pero dado el modus operandi de los atentados, puede que el lema no sea el más adecuado; de hecho, millones de españoles se sienten inseguros ante un enemigo impredecible, escurridizo y asimétrico capaz de conducir cualquier vehículo por las zonas peatonales más transitadas de nuestras ciudades para originar una masacre. Por cierto, hace más de ocho meses que el Ministerio del Interior solicitó a los ayuntamientos españoles más importantes la instalación inmediata de bolardos y de jardineras pesadas en aquellos lugares de alta concentración de personas como medida principal para prevenir ataques con vehículos pesados. Y así, el pasado mes de diciembre se reunía en Cartagena la Junta Local de Seguridad para tratar las actuaciones a llevar a cabo al objeto de proteger el casco antiguo y sus alrededores, con dichos elementos, durante las fiestas navideñas. Hoy, de cara a las próximas fiestas de Carthagineses y Romanos, no se puede perder de vista el eje formado por la calle del Carmen, Puertas de Murcia, calle Mayor y explanada del puerto: un largo recorrido en el que un hipotético vehículo sería letal sin necesidad de ir haciendo 'eses'.

Así pues, la sociedad española, incluida la cartagenera, debe ser consciente de que algunos de los terroristas de Barcelona y Cambrils, españoles de 2ª generación criados entre nosotros, eran incluso menores de edad: todo un despropósito. Sabido es que la seguridad absoluta es una simple quimera, por mucho dinero que se inviertan en conseguirla, pero ahora no se trata de euros sino de que todos: gobernantes, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (FCS), servicios sociales, profesores, amigos, padres y resto de familiares, estamos obligados a tomar nota y a permanecer muy atentos al entorno más o menos cercano que nos rodea. Los niños y los adolecentes son demasiado vulnerables a manipulaciones ideológicas y no debemos permitir que estos hechos vuelvan a repetirse.