EI no se toman medidas para evitarlo, algunos siglos más, y el Mar Menor se habrá extinguido'. El titular es de 1958. Toda la vida creyendo que La Manga se hundiría por el peso del ladrillo, que la navegación a motor trituraría cuanto se moviera bajo el agua, que los puertos deportivos eran descendientes directos de las centrales nucleares, que los chiringuitos que ocupaban cuarenta centímetros de zona invadida habría que demolernos como responsables de la gran masacre y, por paradojas naturales, ahora va a resultar que el mar va a ser destruido por la propia tierra que lo viene abrigando desde millones de años.

El verde captado en las fotos aéreas y las que no lo son tanto, han hecho saltar las alarmas, como si fuera necesario que esto ocurriera para darnos por enterados y no hubiera sido suficiente con acercarse en coche con ventanillas abiertas por alguna de las carreteras que conducen al Mar Menor entre campos de cultivo y dejar que el olor a farmacia perfore nuestro entrecejo hasta hacer la travesía irrespirable.

Dicen los que saben de esto que la laguna se nos ha europeizase, bonito palabro para explicar aquello de que tanto nitrato, fosfato soluble y agricultura intensiva no podía ser bueno. Los pesticidas y agroquímicos llegan al mar mediante los acuíferos y en él, una legión interminable de algas está esperándolos para darse el festín, crecer y multiplicarse como panes mientras los peces huyen despavoridos.

Hasta hace cien años nuestra agricultura era de subsistencia, los abonos eran eso y olían a lo que siempre ha olido el abono, justo a lo que está pensando, hasta que alguien se dio cuenta que añadiendo dosis de laboratorio conseguiríamos engañar a la planta y hacerla crecer a nuestro antojo. Es verdad que eso lo hemos intentado con casi todo, que lo de marcar ritmo sigue siendo lo nuestro y da igual para conseguir sandías cuadradas, pimientos en cualquier temporada o salmones grises de color salmón, porque a falta de darles camarones y crustáceos para la cena, que son los responsables del característico color, les damos unos sobrecitos y luego mediante una carta de colores se elige el ingrediente químico que hay que echarle en el desayuno para dar el tinte exacto que combine convenientemente para el desfile en la zona de refrigerados.

La idea de Anse de llevarse a dar una vuelta por la laguna a los agricultores no ha estado mal, siempre que después los agricultores se lleven a los de Anse y les den otra vuelta por su particular ecosistema cargado de créditos, marginalidad insostenible, hijos que alimentar y bancos que atender y después de eso vamos viendo cómo elegimos entre alimentar las algas o el banco. Lo mejor sería avanzar en el camino real, en Andalucía 554.000 hectáreas ya se cultivan con lo que han dado en llamar producción integrada, que sin llegar a ser la ecológica radical sí que está intervenida con racionalidad para alcanzar el punto de equilibrio suficiente y se ha incrementando en un 35% su aplicación en los últimos cinco años, mientras que en Murcia este tipo de modelo no hace más que caer siendo cada año menores los cultivos controlados y en 2014 no llegaron a 20.000 hectáreas.

Nos toca entonces generar un modelo donde la Administración tiene que poner los medios, la educación, los controles, la trazabilidad, las ayudas y cuando en el mercado sólo haya pimientos o lechugas integrados no será posible comprar otros y el precio será el que sea. Hoy, pinchando un tomate se puede saber quién fue su padre, su madre, qué leche le dieron al nacer y cuál fue su primera papilla.

Cuando nos pinchen a nosotros en unos cientos de años, sabrán qué raza convirtió los mares en cementerios pero para entonces no nos quedará ni la vergüenza.