Cuando a principios del S. XX la naciente industria del cine decide aposentarse en California una de las razones principales es la luz natural y el benigno clima de la zona que permite largas jornadas de rodaje al aire libre y en estudios cuyos decorados tienen el cielo abierto para permitir no depender de focos eléctricos.

Con el tiempo ese motor industrial (junto a otros, incluido el agroalimentario y el desarrollo del regadío dependiente de trasvases) consiguen convertir la zona en un próspero Estado de la Unión donde entre otras industrias se instala más de medio siglo después el núcleo del campo que abre más y más amplias puertas al futuro: Silicon Valley. En principio no hay ninguna razón para que se escoja ese lugar porque en California no existen las materias primas o las fábricas de empleados semiesclavizados que asociamos con el Congo o China, pero hay un tejido económico e industrial asentado y prestigiosos campus tecnológicos donde se está alumbrando la popularización de la informática.

Probablemente sin el benigno clima que permite a la industria del cine escoger esa zona y ampliar la riqueza no sólo a lo material y fungible que ya ofrecía (alimentos) sino a lo intangible y creativo (películas) Silicon Valley habría surgido en otro lugar o de otra forma. En Murcia luz, cielo y climatología no son muy distintos de California y desde hace tiempo distintas industrias, en ocasiones complementando la agroalimentaria, se han instalado en la Región dándonos a conocer en el mundo, desde la planta de General Electric a la recién vendida Mivisa.

Desde Tomás Fuertes a García Carrión o Antonio Muñoz son variados los nombres que han asociado producción puntera con distribución mundial de alimentos originados en Murcia, y en gran parte ese éxito lo deben a una adaptación acertada de los procesos productivos y de distribución valiéndose de la tecnología. Pero no solo sabemos adaptar y adoptar lo que viene de fuera, aquí también sabemos crear y en algo que alimenta otros apetitos.

En Murcia se inventa el submarino y se inventa el autogiro haciendo que nos sintamos orgullosos de Peral o De la Cierva, pero quizá olvidamos, por ejemplo, que en la Catedral reposan los huesos de Jerónimo de Ayanz y Beaumont, ingeniero militar que en 1.606 patentó nada menos que una máquina de vapor (James Watt patenta la suya en 1.784, cambiando con ello el transcurso de la Historia) y que llegó a desarrollar un primitivo pero eficaz sistema de climatización para las galerías mineras.

Hay quien dice que en España andamos a la cabeza de Europa en cuanto a despreciar los logros de quienes triunfan (salvo en el deporte, claro) y que en Murcia andamos a la cabeza de España en lo mismo, así que quizá no concedamos la importancia que tienen a los mencionados Peral y De la Cierva y directamente ignoramos a de Ayanz y Beaumont. No es de extrañar que pasen inadvertidos para muchos el hecho de que cuando se trata de generar energía solar (y tampoco vamos a entrar ahora en el carajal que ha supuesto la regulación legal de dicha materia) Murcia haya sido la región española que más rápido y con más extensión se ha dedicado a "trasvasar" el sol mediante cables hacia donde no tienen tantas horas de luz.

No es de extrañar que se minimice el hecho de que una empresa regional (Comarth) no sólo sea líder en fabricación de vehículos 100 % eléctricos sino que lo sea desde hace años y que gane concursos internacionales para suministrar sus coches a servicios postales franceses y noruegos. Para muchos el contacto más cercano con lo último y más avanzado en tecnología pasa por los móviles y los tablets y uno de los dispositivos estrella que se intuyen para el próximo año pueden ser las gafas inteligentes de Google. Hay un puñado de desarrolladores de todo el mundo a los que cabe el honor de disponer de un prototipo de tan exclusivo dispositivo y uno de los primeros en tenerlo, el único que durante meses ha podido mostrarlo en España está en Murcia, Julián Beltrán, y trabaja elaborando en Droiders aplicaciones para las GoogleGlass.

Le dan el premio Nobel a los inventores de un nuevo material, el grafeno, revolucionario y multiusos y casi nadie repara en que si hay pocas empresas capaces de fabricarlo en el mundo resulta que la única empresa capaz de hacerlo además en masa es de origen murciano (Graphenano) pero quizá por este ocasional desinterés local ha tenido que conseguirlo gracias al apoyo académico y económico de instituciones financieras y universitarias alicantinas y castellano-manchegas. No están todos los que son pero sí son todos los que están y la buena noticia es que haría falta más espacio para poder enumerarlos a todos y hacer justicia con sus esfuerzos, logros y méritos. La mala es que como en otras parcelas de la vida se necesitaría un mayor reconocimiento por parte de la prensa y el público y que si desde las instituciones no se les puede apoyar en lo que sería deseable por su innegable contribución al progreso y el desarrollo (empezando por el económico) al menos sí podría pedirse que se les facilite trabajar en las mejores condiciones posibles.