Con solo dos años ya había sido desahuciado, apartado de todos; apenas tenía fuerzas para beber de la botella que le ofrecía la mujer danesa que lo encontró, desvalido, desnutrido y sediento. La imagen de este niño, tomada en Lagos, al sur de Nigeria, dio la vuelta al mundo. Y removió conciencias. Más todavía cuando se desvelaba la razón de que el pequeño fuera dejado a su suerte en la calle: estaba acusado de brujería. Con solo dos años.

Pero hay historias lejanas que nos animan a confiar en el género humano. La suerte de este niño, hoy rebautizado como Hope (esperanza), es que en su camino se cruzara Anja Ringgren Loven, la fundadora de la ONG African Children`s Aid Education and Development Foundation, una agrupación que ha puesto sus ojos en las condiciones miserables que sufren cientos de menores en el país africano.

La propia Anja ha sido la que nos ha mostrado en fotos la recuperación de Hope en Facebook, donde se puede comparar el 'antes y después' de este niño:

Cuando vimos aquella imagen del pequeño enclenque que apenas parecía mantenerse en pie, hace ahora un año, muchos pensamos en el quizá funesto destino que le podía esperar. Pero a veces ocurre que hay finales felices. Y este es el caso de Hope, de Esperanza, de ese niño al que hubo que eliminar los gusanos de su estómago y al que se le hicieron varias transfusiones de sangre para que sobreviviera. Un año después hemos visto otras imágenes. Imágenes que reconfortan. Hope ha empezado a ir a la escuela. Y en su sonrisa no hay el mínimo atisbo de brujería. Muy al contrario. En su sonrisa hay esperanza.