Cuando le pregunto a mis clientes que me cuenten cómo son los primeros adjetivos que escucho son muy a menudo negativos: pesimista, impulsivo, irascible, desorganizado, impaciente€ ¿Qué es lo que tenemos en nuestra cabeza para que inicialmente se nos ocurra decir de nosotros mismos este tipo de lindezas?, que por supuesto, no son inciertas, ya que si una persona se denomina así, es porque así lo siente.

Y me pregunto yo, ¿a parte de esa parte negativa que todos tenemos, y que a veces nos sirve para aprender y otras para machacarnos, tenemos también algo positivo? Rotundamente SÍ; ¿por qué no empezar por estos? Amable, sincero, alegre, simpático, optimista, trabajador, responsable€ Tenemos esa creencia de que el hablar ´bien´ de uno mismo es tildado de egoísta; creencia que tiene su sustento en los prejuicios que siempre hacemos antes de conocer a las personas.

¿Y por qué no dar más énfasis y más importancia a esa parte buena que también tenemos? Estamos continuamente poniendo el acento, el foco y nuestros pensamientos en las dificultades, en aquello de lo que carecemos; en todo lo que nos sienta mal, en aquello que no podemos controlar, nos regodeamos bañándonos en nuestro propio barro y encima después nos quejamos de que nos ensuciamos.

Siempre recordaré una frase de un entrenador que tuve hace años; decía: «El jugador que se dedica a hacer lo que sabe en el campo es un gran jugador; sin embargo, aquel que se dedica a hacer lo que no sabe, parece un mediocre». Y es que de ninguna manera puedes juzgarte por aquello que no sabes hacer; júzgate y ocúpate mucho de lo bueno que tienes. Otra cosa muy distinta es que quieras mejorar y aprender de lo que se te da peor. Para ello, desde mi punto de vista, antes debes darte cuenta de que eres mejor de lo que crees y de que tu valía siempre es mayor de lo que piensas. A partir de ahí, podrás mejorar en todo lo que te propongas.

Ya lo decía Einstein: «Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol, vivirá su vida creyendo que es un estúpido».

¿Genio o estúpido?