Corría el año 1953 cuando don Pedro Monreal, quien aún hoy, a sus 90 años, acude a diario al negocio familiar, decidió trasladarse a la capital desde su Jumilla natal con sus barriles del siglo XIX repletos de vino y fundar en el murciano barrio de Vistabella la tradicional taberna El Jumillano.

De ayer a hoy, ya es la tercera generación de la misma familia -su nieto Juan Pedro Monreal y su mujer, Lola Navarro, en la cocina- quienes regentan la actual taberna que mantiene la esencia del primer local y que conserva en zona preferente, y en perfecto uso, los auténticos barriles de su origen. «Buscamos mantener la excelencia de lo tradicional -comenta Juan Pedro, licenciado en Historia del Arte-; lógicamente tenemos algo más que vinos y panchitos, pero mantenemos la cocina casera, con platos del día y una cocina más elaborada pero sin pretensiones de convertirnos en un gastro bar».

Todos los días preparan una paella para servir en la barra por 3,50 euros la tapa o 6 euros el plato y los fines de semana preparan de dos o tres tipos diferentes, además de arroz y costillejas, arroz negro, caldero, conejo y caracoles o arroz con verduras.

Su oferta de cocina tradicional murciana es amplísima y, además de los tradicionales platos típicos como el zarangollo o los michirones, conservan la tradicional receta del bacalao rebozado creada por su abuela en los años sesenta. «Lo limpiamos y lo salamos nosotros mismos como se hacía hace cincuenta años», señala.

El actual eslogan de El Jumillano que orgullosamente exhiben en sus cartas es la murcianísima frase que contestaban en la huerta cuando alguien preguntaba que qué es lo que había para comer: «Pan, pijo y habas».

Entre sus aperitivos destacamos los caballitos del Jumillano, las empanadillas con varios tipos de rellenos, la careta de cerdo, el gazpacho o caldo con pelotas según la temporada o su solicitadísima tapa ´Obama´ exportada de Valladolid, una gamba con queso y bacon recubierta con calabacín.

Cuentan con un coqueto comedor en un bajo contiguo y, además de vinos a granel, disponen de vermú casero para llevar a 3,50 euros el litro.

En sus tapas de plancha destacan sus montaditos de lomo, salchicha o morcilla, con o sin queso. El huevo de codorniz y queso fresco, la hamburguesa de buey con queso de cabra, los pinchos morunos de pollo o los solomillos de cerdo o de ternera con salsas caseras a elegir entre cebolla caramelizada, roquefor o salsa picante.

Para compartir, además de los ´tomaticos partíos´ con olivas, con boquerones caseros, con anchoas en salmuera, con bonito o con ventresca de atún, ofrecen también rabo de toro, redondo con ibéricos, paté y salsa de cebolla, huevos rotos con jamón o berenjenas a la crema.

En el apartado postres destaca su tarta de la abuela o la de queso de la casa y sus bolas de helados de cinco sabores, de higo al ron, de vainilla con Burbon, de plátano flambeado o de Burbon.

Su carta de vinos incluye más de media docena de Jumillas y tres o cuatro referencias de Riojas y Riberas o un buen blanco de Rueda.