A ver, levántese el parche. Lo imaginaba; puro atrezo. Pero soy capaz de sacarme el ojo por conseguir el puesto.

Y como la necesidad es mucha, el nuevo aspirante se vacía una cuenca con un movimiento de garfio tan rápido, que no nos da tiempo a reaccionar.

Impresionante. Ahora bien, no tengo claro que el garfio corresponda a una ausencia de mano y parte de antebrazo. Dicho y hecho. El candidato nos obsequia con un hachazo certero y muñón asegurado. Llegados a este punto voy a obviar cómo llegamos a la pata de palo. Y sí; se quedó con el trabajo.