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Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

Causas perdidas que ganan batallas

La lucha de estas mujeres está cargada de generosidad, porque saben que los logros que consigan no los disfrutarán ellas (la media de edad de la asociación es de 73 años), sino generaciones futuras

Las Verein KlimaSeniorinnen (Asociación Suiza de Mujeres Mayores por el Clima), en la sede del Tribunal Europeo de Justicia en Estrasburgo (Francia).

Las Verein KlimaSeniorinnen (Asociación Suiza de Mujeres Mayores por el Clima), en la sede del Tribunal Europeo de Justicia en Estrasburgo (Francia). / RONALD WITTEK / EFE

En la foto, un grupo de mujeres mayores baja las escaleras del Tribunal de Estrasburgo con grandes muestras de alegría. Gafas, cabellos blancos, bufandas al cuello con bandas alternas turquesa, morado, turquesa. Son las ‘Verein KlimaSeniorinnen’ (Asociación Suiza de Mujeres Mayores por el Clima), un grupo de jubiladas que ha conseguido algo impensable: que el Tribunal Supremo de Derechos Humanos reconozca la vulneración por parte de su país, la muy civilizada Suiza, de su derecho a la salud por inacción a la hora de tomar medidas contra el cambio climático.

La dejación de deberes de Suiza se sustancia en que no se han cuantificado las emisiones de efecto invernadero y no se han cumplido los objetivos previos fijados para limitar esas emisiones. El Tribunal de Justicia declara que las autoridades suizas no actuaron de manera oportuna y adecuada, según la denuncia de las Verein KlimaSeniorien, quienes, con esta hazaña, llevan camino de convertirse en un icono de cabello blanco de la lucha contra el cambio climático.

Según sus propias palabras: «Las mujeres mayores nos vemos especialmente afectadas por los efectos del calentamiento global. El cambio climático, con el aumento de la frecuencia y la intensidad de las olas de calor, pone en peligro la vida de las personas mayores, especialmente de las mujeres. Tenemos experiencia personal de ello, y lo confirman numerosos estudios, así como cifras del Gobierno federal suizo. El riesgo de muerte y los problemas de salud durante las olas de calor aumentan considerablemente en comparación con el conjunto de la población». Y si en Suiza fallan a la hora de proteger a quienes sufren (especialmente si son mayores) los efectos del calor desbocado, imaginen ustedes en Murcia… Curiosamente, esta sentencia está fundamentada, en parte, en la sentencia del Tribunal de Estrasburgo favorable a una mujer de Lorca, Gregoria López Ostra, quien denunció que las emisiones de una depuradora pública defectuosa cercana a su casa habían provocado la enfermedad de su hija.

Las Verein KlimaSeniorinen (unas 2.500) son un ejemplo de ecofeminismo, una corriente filosófica y social que une la lucha por la igualdad con la lucha por la defensa de la vida en el planeta y considera que el dominio del orden patriarcal es el causante de la explotación y opresión tanto de la mujer como de la naturaleza. Su lucha está cargada de generosidad porque saben que los logros que consigan no los disfrutarán ellas (la media de edad de la asociación es de 73 años), sino generaciones futuras.

Pero no son unas recién llegadas, muchas de ellas llevan toda una vida dedicada a la lucha ecologista. Son las que se manifestaban y emprendían acciones en los años 60, 70 y 80, cuando aún había margen de maniobra. Las que clamaban en el desierto. Aquellas cuyas acciones eran tildadas de exageradas, inconvenientes y hasta peligrosas. Incluso a lo largo de este proceso se quejan de no haber sido tomadas en serio durante muchos años: «Nos ridiculizaban, nos mandaban a tejer». De hecho, su causa fue desestimada por todos los tribunales de su país antes de llegar a Estrasburgo.

La defensa del planeta es absolutamente imprescindible frente a un número incontable de amenazas que podrían convertir nuestro entorno en invivible. Pero el ecologismo ha sido para la opinión pública, en gran medida, como una especie de pepito grillo pelmazo, un profeta exasperante de catástrofes que (creíamos) no iban a suceder mañana. Acciones como esta contribuyen a la toma de conciencia de la ciudadanía sobre un tema que nos atañe de un modo tan urgente.

Hay una conclusión en el fallo del Tribunal que supone un punto de inflexión cara al futuro: la consideración de que la protección del clima es un derecho humano. Además, esta sentencia puede sentar precedente para futuras demandas, ya que el fallo es vinculante y puede influir en la normativa de 46 países y territorios de Europa.

El cambio climático está en boca de todos porque el descontrol de las estaciones y la subida de las temperaturas es tan evidente que prácticamente ya solo la niegan los terraplanistas. Este tipo de denuncias ponen sobre la mesa que la alteración climática nos está afectando ya, que no debemos cerrar los ojos, que no podemos darle una patada hacia adelante, hacia la siguiente generación, que es ahora o nunca. Que nos van la salud y, finalmente, la vida en ello. 

Estas abuelas han ganado una batalla calibre David contra Goliat. Ojalá que cunda el ejemplo. Hay motivo para la esperanza.

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