n la Región de Murcia, hace tiempo que las becas disminuyeron drásticamente, las ayudas sociales para aquellos que más las necesitan brillan por su ausencia, no se presta a todos los que la precisan la renta básica ni se abonan percepciones a dependientes y no se generan recursos para luchar contra la pobreza, pero al mismo tiempo se bajan los impuestos. Sí, el Gobierno de la Región de Murcia ya hace campaña electoral con ellos anunciando grandilocuentemente (puesta en escena incluida) una bajada de impuestos que esta Comunidad no debería permitirse si tenemos en cuenta las necesidades sociales que anidan en ella. Parece más una bajada de impuestos por impulsos que una decisión tomada desde la reflexión y, si me apuran, desde el sentido común (término que reivindica Rajoy una y otra vez), sobre todo si tenemos en cuanta que aunque el presidente, López Miras, se empeñe en hacernos comulgar con ruedas de molino anunciando la bajada del IRPF porque, según él «la rebaja fiscal en el IRPF permitirá trasladar el buen comportamiento de la economía a los hogares de nuestra Región» porque «ha llegado la hora de recuperar a nuestras clases medias y de apoyarlas con medidas e iniciativas como esta», las cosas están como están.

Pese a estas palabras, henchidas de ciego optimismo, lo cierto es que quizás las cosas no marchen tan bien en esta Región cuando en un informe de UGT, en Murcia, se refleja que «la recuperación no se ha trasladado a la mayor parte de los ciudadanos, que han visto cómo se prolonga el camino de la precariedad, de los bajos salarios y de la desigualdad en el mercado de trabajo» y «tampoco se ha trasladado esa recuperación a la política presupuestaria del Gobierno para restituir los derechos, las políticas sociales y las prestaciones y servicios públicos recortados durante la crisis».

Como nosotros creemos en la bondad del ser humano y es muy difícil pensar que sobrando el dinero, tanto como para poder bajar los impuestos, no se acometa la lucha por la desigualdad, hemos de pensar que el Gobierno regional, aun faltando más de un año para las elecciones, ya se puso a pensar en ellas, con lo que esto supone de decisiones precipitadas y fuera de sentido encaminadas solamente al ruido informativo aunque las nueces brillen por su ausencia y es que, por si alguien no lo recuerda, la deuda de la Región con el Estado alcanza el 70%, según datos ofrecidos por el ministerio de Hacienda. Sí, de los 8.300 millones que Murcia debía al acabar 2016, unos 6.000 correspondían al FLA. En el último año la deuda ha aumentado en 700 millones de euros. El repunte supone un aumento del 9,3%. Es decir, sobrar no sobra el dinero.

Y sí, se ha producido un adelantado acto electoral porque lo normal sería (cuando se hace un anuncio con toda la prensa, todo el Gobierno y toda la parafernalia de la puesta en escena de los solemnes momentos) que las cosas se tuviesen claras. Que se hagan las cuentas y se den razones por las que se toman determinadas decisiones. Pero no, aquí puede aparecer el presidente del Gobierno rodeado de su gabinete para decir vaguedades como: «Estamos trabajando, estamos requiriendo datos sobre el IRPF al Estado, para ver cuándo se podría hacer esa reforma y en qué cantidades». Es decir, se comparece ante los medios para decirnos que el Gobierno está trabajando sobre algo, que requiere datos que aún no tiene (suponemos que el Ejecutivo siempre estará trabajando sobre cosas) pero no se puede concretar nada, como pone de manifiesto esto otro: «No tenemos cálculos porque esos datos no están en poder de la Comunidad autónoma». Así, como suena, aún no se tienen datos lo cual esto no es óbice, cortapisa ni valladar para que asegurara solemnemente: «Pero la determinación está tomada y voy a bajar el IRPF en la Región de Murcia». Sí, la determinación está tomada, pero no se tiene ni idea de cuando, ni como, ni porqué. ¿De verdad se puede gobernar así?