Ojo al parche con portarse de regular a mal en estos días, que os quedáis sin regalos. A mí ya me pasó una vez y la cara de tonta que se te queda cuando te despiertas, saltas de la cama y al llegar a los zapatos no hay nada, es igual o parecida a cuando te guardas ese último y deseado trozo de bocata y se te cae al suelo. ¡Bestial! Os estáis riendo pero os digo una cosa, en esto todo está escrito. Tan solo tenéis que recordar que a los Magos de Oriente no hubo montaña, distancia ni adversidad que les parara en su empeño de encontrar al Mesías, así que quien se crea que pueden ser engañados va listo. Por lo cual, no queda otra que ser prudente, amigo de los amigos, buen hijo, pagar lo que se debe, e incluso, y así no falla, hacer un poquito más fácil, más agradable, la vida a los demás. Ahora, cuidado, que si te portas muy bien, muy bien, corres el peligro de recibir un regalo que luego no puedas mantener. ¡Quién sabe! Pues yo no quiero. Por cierto, si aún no habéis escrito la carta, hacerlo comenzando con lo de «este año no os pido gran cosa», es infalible.