¡Qué prestigio tuvo la letra de molde impresa en papel! La Olivetti superaba en crédito a los manuscritos, aunque la mano que mecía la pluma con más facilidad pulsaba la tecla. Mis respetos ante un ensayo a máquina, encuadernado en tapa dura, o la opinión vertida en un periódico. Lo que decía la prensa o un libro, aunque no fuera en papel biblia, iba a misa. Hoy, las cosas cambiaron con la edición virtual, con textos capaces de volar sin licencia, licenciosamente. Nos escandalizamos ante opiniones compradas, devastadoras informaciones engañosas, estéticos envoltorios de neón cibernético que distorsionan las noticias, falsa propaganda masiva... Pero, ¿cuál es la novedad? En uno u otro marco, siempre ocurrió así; ante la maldad, la ignorancia y los intereses espurios nos queda instruirnos técnica y moralmente y estimular un espíritu crítico capaz de desdeñar lo que hiede; que no nos la den con queso.