Mi padre no es ningún erudito. Sin embargo, cada día lo veo más sabio. Desde hace ya algún tiempo, tengo la oportunidad de sentarme a charlar con él un rato todas las semanas y compartir nuestras anécdotas e inquietudes, lo que me permite comprobar lo bien amueblada que tiene la cabeza. Él lo achaca a la experiencia que otorga la edad, pero cumplir años no siempre es garantía de saber hacer, saber estar ni de tener sentido común. Vuelvo a dedicarle unas líneas en este rincón, porque esta semana me he acordado de una frase que me ha repetido alguna que otra vez, cuando le he comentado mis preocupaciones a raíz de comportamientos usureros. En realidad, ni siquiera se trata de una expresión suya, sino de una cita del desaparecido cronista de la ciudad Isidoro Valverde, con quien mi padre tenía una estrecha amistad. «Mira Pepe, en esta vida, hay dos tipos de personas: las que viven de los demás y las que viven para los demás».

Me parece una clasificación simple, pero muy acertada, aunque en qué grupo nos situamos es algo que, al final, reside en la conciencia de cada uno. No obstante, el comportamiento y los logros de algunas personas, su forma de actuar y relacionarse, su trayectoria y solera consiguen que los demás los veamos como ejemplos a seguir, merecedores de un reconocimiento a sus esfuerzos, a su buen hacer y a su trabajo en favor de quienes les rodean, de forma desinteresada y casi siempre altruista. La emisora de Onda Cero en Cartagena ha sabido convertirse, como pocas instituciones públicas y privadas en nuestra ciudad, en un vehículo excepcional para plasmar ese reconocimiento social a través de su gala Cartageneros en la Onda, cuya novena edición se celebró el jueves en el aula de Cultura de la Fundación Caja Mediterráneo. El evento denotaba la seriedad, la profesionalidad, la emoción y el exquisito buen gusto con el que el equipo de esta radio lleva preparándolo meses, con gran dedicación, entrega e ilusión. Sus nervios, sus sonrisas y su complicidad reflejaban que para ellos, esa hora y media en la que rinden su particular homenaje a Cartagena y a los cartageneros es mucho más que un trabajo que cumplir. Sin ser de la casa, me atrevería a afirmar que es su gran día, su gran fiesta y que la disfrutan y comparten generosamente. ¡Enhorabuena! ¡Que sigáis muchos años en la Onda!

El trabajo de la emisora durante sus veinticinco años de historia en Cartagena la hace merecedora de los premios que ellos otorgan a otras instituciones y personalidades y puede incluirse en el grupo de quienes viven para los demás, como todos los galardonados en la gala del jueves: el ´pequeño imperio´ hostelero que ha forjado Clemente Acosta con el Grupo Casa Tomás, en el que transmite su amor a Cartagena, «a la que quiero de verdad»; la superación de una Guerra Civil y múltiples penurias económicas soportadas por un Conservatorio de Música que ha formado a miles de personas, pero que para su directora, María Ángeles Bres, y pese a que va camino de cumplir el siglo de vida, sigue siendo un gran desconocido; la paz y el orgullo que da a la familia de Fabián Martínez Juárez la certeza de que este procesionista eterno y enemigo acérrimo del parkinson sí fue profeta en su tierra hasta dejar una huella imborrable por la que sigue recibiendo premios de sus paisanos y poniéndonos a todos un nudo en la garganta al sentir lo tremendamente agradecida que estaba su viuda, Carmen; la dedicación de unos padres que se resisten a que a sus hijos les pongan más barreras y a los que, a través de las numerosas disciplinas deportivas que les ofrece el club Primisport, les animan a superarse día tras día, a lo que ellos han respondido con 45 podios en competiciones nacionales en quince años, pero seguro que saben que la auténtica victoria es la de aquellos que les enseñan a vivir una vida sin límites; la gran presencia en la gala de Alicia Cros, quien siempre será parte de Onda Cero Cartagena, aunque ya no esté entre ellos, porque siempre les acompañará en sus recuerdos y en esa forma de hacer piña que su viudo, Pedro Ferrández, vislumbraba en la ilusión que le hacía a ella trabajar con su equipo de la radio; la prometedora realidad de una mujer incansable y luchadora, Nuria Castillo, que desde la atalaya de la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales de Cartagena (AMEP) contagia su fuerza y energía para lograr una igualdad real, sin imposiciones, pero con el convencimiento de que lo conseguirán, porque ellas son «las columnas sobre las que se apoya la sociedad», una mujer que quiere con locura a su familia, con ese gran capitán que les sigue guiando desde arriba, enamorada de su tierra, con méritos más que sobrados para ser Cartagenera de honor, pero cuyo principal logro es el respeto, la admiración y la cercanía que transmite a sus incondicionales y numerosas amigas desde que eran niñas. Todos ellos forman parte de ese grupo que Isidoro Valverde incluiría entre los que viven para los demás, en el que todos deberíamos aspirar a estar, aunque no es fácil, porque exige un esfuerzo y generosidad que no abundan, precisamente, en la vida pública.

Deseo de corazón que nuestra nueva alcaldesa sepa encauzar la tremenda ilusión y las enormes ganas de hacerlo bien que transmite para ser una Cartagenera en la Onda más, pese a que no lo tendrá fácil. Para empezar, sin comerlo ni beberlo, se encuentra el papelón de dar la cara por su socio de Gobierno y antecesor. Lo que me lleva a hacerme una pregunta. ¿Qué hubiera pasado si la investigada en el juzgado fuera Ana Belén Castejón? On air.