Cuando se cumple el centenario de la Revolución Bolchevique, las editoriales del mundo han hecho un esfuerzo especial para analizar aquel histórico fenómeno desde prácticamente todos los puntos de vista.

La oferta de libros pudiera empezar por el clásico Diez días que conmovieron al mundo, del famoso periodista norteamericano John Reed, que hizo una crónica diaria y muy minuciosa del acontecimiento (luego, tuvo que huir de su país y acabó enterrado en el Kremlin), y terminar en el capítulo de dicado al final del socialismo que el historiador marxista inglés Eric Hobsbawm analiza en su Historia del siglo XX.

Pero, por no abrumar con lo que se pueda encontrar en cualquier librería surtida, me permito sugerir la lectura de El siglo soviético: ¿Qué sucedió realmente en la Unión Soviética? del historiador lituano Moshe Lewin, autor entre otras obras de The making of the Soviet System o The Gorbachov Phenomenon. En el libro, su autor reconoce que su propósito no es escribir una historia de la Unión Soviética sino presentar algunos rasgos generales del sistema. Y a tal efecto divide la obra en tres partes. La primera dedicada fundamentalmente al periodo estalinista; la segunda, de Kruschev a Andropov, y la última, a una panorámica general de aquel sistema político desde su creación hasta su derrumbe final con Gorbachov como figura más representativa. Por supuesto, el largo periodo del gobierno de Stalin le merece una atención primordial por el carácter poliédrico del personaje al que unos quisieron describir como un individuo perverso, cruel y manipulador mientras que otros casi lo califican de gobernante pragmático. Una visión contradictoria que suele darse respecto del juicio que nos merecen los dictadores que han acumulado un enorme poder. Un poder que en el caso de Stalin sirvió tanto para encarcelar y condenar a muerte a miles de supuestos enemigos políticos en las tristemente famosas 'purgas' (Kruschev cifró en 680.692 el número de fusilados entre 1937 y 1938), como para movilizar todos los recursos de la nación y derrotar al nazismo al precio doloroso de más de treinta millones de muertos.

Al final del libro, el autor se interroga sobre lo que fue el sistema soviético y dice que antes de responder a esa pregunta debemos evitar dos errores fundamentales. El primero de ellos es estudiar la historia de la Unión Soviética desde una perspectiva anticomunista. Y el segundo, estalinizar, por así decirlo, todo el conjunto del fenómeno soviético como si se tratase de un inmenso gulag desde el principio hasta el final. En realidad, viene a decirnos Lewin, la historia de las naciones es algo más que la historia de sus dirigentes. Y negar que la Unión Soviética forma parte principal del pasado de Rusia es un error además de una estupidez. No podemos olvidar que durante ese régimen político, que él no califica de socialista, se lograron grandes avances científicos y se extendió como nunca la educación.

Según Putin, su actual presidente, «el desplome de la URSS fue la mayor tragedia geopolítica del siglo XX. De un día para otro, millones de rusohablantes se convirtieron en extranjeros».