Señorías: Debatimos esta mañana la moción de censura, tal y como indica el Estatuto de Autonomía en el artículo 163. La motivación no es otra la declaración como imputado, ahora llamado investigado, del presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez. Los delitos que se investigan son, y cito textualmente, «prevaricación continuada, fraude contra la administración pública, falsedad en documento oficial y malversación de caudales públicos». Aunque las diferencias ideológicas son obvias ésta no es una mera posición política, sino que hablamos del prestigio de nuestras instituciones democráticas y la percepción que se tiene de nuestra Región en el resto del país. No es un asunto que nos atañe sólo como adversarios políticos, sino como demócratas.

Es nuestra responsabilidad como representantes políticos cumplir unos compromisos éticos mínimos con los ciudadanos. Su confianza en las instituciones es esencial en la democracia y la imagen del presidente de todos los murcianos yendo a un juzgado a declarar es de las más obscenas que podrían observar.

Todos los grupos de la oposición hemos pedido la dimisión del presidente, tanto por los argumentos ya dados, como en petición del cumplimiento del artículo 54 de la Ley de Transparencia aprobada en esta Cámara hace tan solo un año por los mismos que estamos hoy aquí sentados.

Pero no dimitirá. ¿Y saben ustedes por qué? Por nuestra culpa. Por culpa de la oposición. Se nos llena la boca de democracia, ética, prestigio de las instituciones, pero no somos capaces de llegar ni a un pacto de mínimos para cumplir lo que defendemos: no hay ninguna medida política de cualquiera de los tres partidos que sea peor que la imputación de nuestro presidente. No somos creíbles como oposición y el presidente lo aprovecha.

Puedo demostrarlo. ¿Recuerdan ustedes las negociaciones para la presidencia de la Comunidad en 2015? Tras la reunión entre Ciudadanos y Podemos, en la que ambos líderes dieron muestras de entendimiento, se sucedieron las dimisiones. Esa misma noche. Cuando, como oposición, los tres partidos dimos muestras de ir unidos por la dignidad de nuestras instituciones. Esta vez, mediando problemas internos de nuestros partidos, no hemos sido capaces.

Es por ello que asistimos no a la derrota de la moción de censura, sino a la derrota como oposición. La pérdida de esta votación no es más que el reflejo de cómo han perdido los ciudadanos la confianza en nosotros para defender el sistema democrático.

No me importa perder el escaso capital político que me queda, como a todos los líderes que estamos tomando decisiones ante el caso Auditorio. La destitución del fiscal de Murcia y sus declaraciones posteriores no me han dejado otra alternativa. Lo que me importa es, cuando salga de esta sesión, derrotado y abatido, poder mirar a los ojos a todos aquellos que hoy nos escuchan y poder decirles «lo intenté». Solo me queda añadir que siento muchísimo no haberlo conseguido. Espero sepan perdonarme. Muchas gracias».

Nota de la Redacción. Este artículo, poer un error de edición fue publicado en la edición del sábado atribuido a otro autor. Pedimos disculpas a su redactor y a los lectores.