No entiendo la vida si no hay cambios. En el fondo, ni siquiera creo que sea posible vivir de forma equilibrada sin ellos. Sin embargo, lo normal es resistirnos, temerlos e intentar evitarlos, como si fueran algo contra natura. No creo que estemos diseñados para resistirnos al cambio. Llevo muchos años diciendo que falta una asignatura clave en las escuelas de economía a la que llamaría: ´Navegar en la Incertidumbre´. Cambiar es imprescindible, también en los negocios.

Es cierto que se suele estudiar la gestión del cambio -al menos en mis tiempos ocurría-, pero nadie te enseñaba a sobrevivir en ese estado en el que nunca sabes qué es lo que va a pasar. Sobrevivir, no digamos ya vivir o disfrutar.

Algunos dicen que eso se resuelve viviendo únicamente en el presente, en un viaje desde el Carpe Diem al ´Mindfulness´ (atención plena). Sospecho que llevan buena parte de razón, aunque también pienso que en el entorno actual, y, sobre todo, en lo relativo al emprendimiento, no parece posible llevarlo al extremo. Al fin y al cabo muchos de nosotros somos gente pragmática. ¿No?

Planificar es necesario, pero navegar en la incertidumbre lo es más todavía. Y si es básico en todos los ámbitos de la vida, en el mundo empresarial, más aún. Actualmente la tecnología nos empuja a circular por el mundo a una velocidad a la que la mayoría de nuestras mentes no están acostumbradas. Parece que la esperanza está en los nativos tecnológicos de la generación ´Y´, aunque, francamente, no tengo del todo claro que lleven lo de vivir en la incertidumbre mucho mejor que nosotros, los que pertenecemos a la ´X´.

Casi todos pensamos que están más preparados mentalmente por haber nacido en un entorno digital y vivir ´permanentemente conectados"´ Y realmente lo parece, hasta que ves cómo se comportan en el día a día, y en el minuto en el que, por una razón o por otra, pierden la conexión a internet.

Curiosamente la histeria les sobreviene porque, de repente, dejan de saber qué está pasando en su mundo. Nuevamente la incertidumbre. En resumen, que tampoco los libraría yo de la asignatura que propongo.

Volviendo al emprendimiento, nuestros modelos de negocio y crecimiento ya no duran como antes. Las empresas crecen o decrecen de otra manera. Vivimos, ellas y nosotros, muchísimo más rápido. Parece de locos pensar que tu vida profesional hoy día pueda empezar y terminar en una misma empresa, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra vida profesional tiende a eternizarse hasta el infinito y más allá (hucha de las pensiones mediante).

¿Cómo afrontarlo? Recetas hay miles escritas en libros para emprendedores, y seguramente cientos de miles en libros de auto-ayuda. Yo tengo una receta realmente buena. No esté usted solo, o sola, señor emprendedor, señor gerente, señor jefe, o señora. Busque gente en el entorno laboral y profesional que, literalmente, haga que la sangre le corra a usted por las venas. Personas con las que pueda conectar en un milisegundo, que las hay. Personas con las que le sea fácil comunicarse y compartir ideas. Gente que hable el mismo idioma que usted. Colaboradores, socios, compañeros, o subordinados, que siendo como usted es, a la vez, sean distintos y complementarios. Y diviértase. Recuerde que son el espejo en el que se va a mirar todos los días. Pero, cómo se les reconoce cuando se les tiene delante.

Hay pistas que no fallan. Una, es el reloj, que no marca las horas porque ni se te ocurre mirarlo cuando trabajas con una de esas personas. Cuando por fin te das cuenta, ha pasado tanto tiempo que no das crédito. No estás cansado. Otra pista. Nunca te darán un «no» por respuesta. Te cuestionarán, por supuesto, pero la primera palabra que oirás cuando expreses una idea, nunca será un no.

Se trata de personas que te aportan y te retan, con las que das rienda suelta a la creatividad sin proponértelo. Evitan, a veces sin saberlo, que te sientas completamente solo ante los cambios, y permiten que, de alguna manera, puedas convertirlos en algo que camine en positivo. Encuéntralos, incorpóralos a tu equipo y recuerda que todo es temporal. La gente pasa por nuestra empresa y por nuestra vida, a veces se queda un rato largo, y otras veces más. En ocasiones, se van y hay que dejarles marchar.

Creo que el verdadero secreto del éxito de las empresas y de los que están al frente de ellas, y esto no es un tópico, tiene mucho más que ver con el tipo de personas de las que te rodeas. Navegar con buena tripulación hace muchísimo más fácil que todo vaya bien, aunque las cosas se pongan mal.

Se busca/ofrece alter ego para navegar. Razón aquí.