Parece ni más, ni menos, que una historia contada por el Mundo Today. Es totalmente absurdo lo que ha pasado, cómo ha ocurrido, y lo peor, quiénes son los que han perpetrado semejante patraña y el 'sagrado' lugar donde ha ocurrido, que se supone que es la cima de la inteligencia y el buen hacer de todos los murcianos.

El 28 de septiembre pasado, la Asamblea Regional aprobó instar a que se realicen las investigaciones precisas para saber todo sobre las avionetas antilluvia. O sea, convencidos están nuestros parlamentarios, de que realmente existen tales artilugios, de que existen métodos y técnicas para impedir la lluvia, de que hay fuerzas poderosas y escondidas, que con alevosía total se dedican a fastidiar, a empobrecer a la población, a aumentar la sequía y a hacer el mal porque sí.

Es verdaderamente un claro ejemplo de cómo una mentira repetida puede llegar a crear una rama mística de fe en algo desconocido, potente y exterminador. Debe de estar claramente influido por la apabullante oferta en el cine, la televisión y los libros de ciencia ficción, donde se acaba el mundo, un día sí y el otro también.

Así, raro es el día que estos procesos afectan también a los que ya son de por sí, muy importantes, engrandeciendo la realidad, aún más de lo que ya son: el virus A, el virus del ébola, la encefalopatía espongiforme, las dioxinas, el cambio climático, la desaparición de las abejas, el zika, etc. Es un fenómeno que quizá, exprese la necesidad del hombre de vivir en una amenaza continua. No existen las avionetas que luchan contra la lluvia. No hay métodos, ni técnicas que puedan dispersar una nube. No hay nadie interesado en que esto ocurra. Si existiera todo lo anterior, ¿cómo no se han evitado las fuertes lluvias del fin de semana que hemos vivido? Científicamente es un absurdo.

Cierto es que, en los últimos 30 o 40 años, se han utilizado cohetes de yoduro de plata para que el agua fría de una nube de tormenta, encontrase mayor número de puntos de cristalización de los granizos, al objeto, de que éstos fueran más y de menor tamaño, que si no hubiera tantos puntos iniciales del proceso.

Y que por tanto, no produjeran tantos daños, como pudieran provocar los granizos de mayor tamaño. Pero, este proceso que estaba bien pensado, no tenía demasiado efecto y se abandonó.

En resumen, es absurdo y ridículo, que nuestros representantes políticos, en la Asamblea, no sepan discernir entre lo que saben y lo que no saben. Y si no saben de este tema, que les pregunten a los meteorólogos y a las Universidades, que las debemos de tener para algo. Pero, por favor, no lo hagan más, ni con esta cuestión, ni con ninguna más.