He perdido la cuenta del tiempo que llevo enredado en esta maraña tejida por libros, autores, presentaciones, organización de eventos y actos varios. En todo este tiempo he intentado aportar mi grano de arena a este universo maravilloso, y muchas veces no muy bien entendido, del que es difícil salir y del que, por otra parte, no deseo apartarme. Muchas son las satisfacciones y alegrías recibidas. Muchas son las responsabilidades adquiridas y más de una vez me inquieta el pensar si con mis opiniones puedo dañar a algunos de los autores que reseño. Bien es cierto que, normalmente, opino de aquellas obras que me parecen buenas y que tienen cierto interés para el público en general; si alguna no me gusta o no le veo méritos, prefiero guardar silencio.

Entre las responsabilidades adquiridas están las que uno contrae con las distintas editoriales, hay mucho intercambio de información y puesta al día mutuos. Es muy de agradecer, también, la consideración y la toma en cuenta que algunos editores tienen hacia mi persona y mis opiniones. Ahora bien, lo mejor de todo es el contacto que se ha establecido entre un gran número de autores conmigo; en unos casos es para que les presente, en otros se interesan por mis opiniones acerca de sus obras? Confieso que quien sale ganando en este intercambio soy yo al empaparme de sus ideas, referencias y visión de las cosas. Gozar de su amistad es lo mejor. Claro que no siempre la relación es 'ideal'. En una anterior columna, Babosas literarias, hablé de los distintos tipos de autores, hoy quiero resaltar la figura de uno de ellos.

Entre toda esa flora y fauna existe un espécimen raro y, espero, que no en fase de extinción. Es alguien que se prodiga muy poco, que no se da más importancia que la que algunos le profesamos. Trabajador nato, porque aún no puede vivir de la escritura, no deja de laborar por y para sus lectores, además para amigos y enemigos; organizando, al margen de sus publicaciones, eventos literarios, presentaciones y acudiendo donde lo requieren. No presume y no hace gala machacona y babosa de lo que publica, no se arrastra insistiendo en que hay que leerlo sí o sí. No te amenaza con la excomunión por no estar al tanto de sus títulos. Imaginen lo que haría algún autor mediocre si tuviese, por ejemplo, a su disposición un programa de radio; sería el no parar alabándose y autopromocionándose. Pues bien si el espécimen del que hablo lo tiene les aseguro que no lo oirán hablar de él salvo que alguien lo induzca. Es raro, raro, raro. De todo, como ven, hay en la viña. Trabaja a tal altura e intensidad que más de una vez la salud se resiente. Como les digo es muy extraño, imaginen que a este ser le dan un premio y piensen algunas preguntas: ¿Cuál es su reacción? ¿Lo va pregonando a los cuatro vientos? Ya les digo que no.

Cualquier otro estaría dándose golpes de pecho y lanzando a diestro y siniestro mensajes sobre el particular. El elemento de estudio en esta columna les puedo asegurar que, aunque supiese la noticia con bastante antelación, no comentará nada de ello hasta que esta fuese oficial y aún así lo hará con discreción. Aunque el susodicho premio sea de suficiente altura, se limitará a hacer pública una nota indicando el día, hora y lugar en el que recibirá tal distinción.

Les aseguro que hay escritores a ese nivel, con un plus añadido: escriben muy bien y a una gran altura con un sentido crítico y autoexigencia impresionante. Además puedes contar con él para lo que sea necesario y menester. Por eso yo, personalmente, me dejo la piel por ellos e intento que siempre estén arriba, promocionándolos y trabajando para su máxima difusión y si, en algún momento, se puede interceder para que sea publicado hay que pelear con editores y editoriales.

El mundo literario es muy, muy duro y por ello hay que arrimar el hombro e intentar facilitar el transito por él a nuestros amigos escritores. Les aseguro que siempre hay alguien por quién es de justicia pelear, que merecen todo lo que se haga por ellos y yo, en la medida de mis fuerzas, lucharé porque sean visibles en todo momento. Sé que sólo soy un enamorado de la literatura que no permite que esta sea mal usada y maltratada, no lo merece.