Si no subes una foto de tus pies a remojo entre la arena o las piedras de la playa en la que estás o muestras en Facebook, Twitter o Instagram una imagen de la gran paella o del plato de pulpo que te vas a comer parece que no te luce el verano. Yo reconozco que también he sido uno más de los que no se han podido resistir a compartir esos momentos. He vivido en primera persona cómo amigos, aunque no diré sus nombres, en viajes a Madrid me obligaban a pararme en la puerta del Bernabéu unas horas antes de un importante partido de Champions para hacerse una foto entre la multitud y subir la foto a las redes sociales mientras regresábamos a Murcia diciendo que estaban en el estadio. Aunque, esta tendencia exhibicionista que tanto nos llena de satisfacción, no la hemos inventado nosotros. O quién no conoce la famosa anécdota de cuando hace décadas la actriz Ava Gadner le preguntó al torero Luis Miguel Dominguín al verle salir rápidamente de la cama al día siguiente de tener un encuentro pasional: «¿A dónde vas?». La respuesta fue rápida: «A contarlo», replicó él sin inmutarse. Pues eso.