Llevo un año viviendo fuera de Murcia. En este tiempo he vuelto por Navidad, Semana Santa y algún fin de semana suelto, aunque no demasiados. Tengo mi vida, Universidad, trabajo y familia en Madrid, así que mi contacto con la Región se ha limitado a leer La Opinión diariamente y a visitar a mi abuela de vez en cuando.

En este tiempo fuera me he dado cuenta de que los murcianos tenemos algo maravilloso que nos diferencia de muchas Comunidades Autónomas de nuestro país. Somos patriotas y estamos orgullosos de ser murcianos, pero de manera inclusiva. Amamos nuestras costumbres, nuestra tierra, nuestra gente y nuestra cultura sin desmerecer por ello a las demás. Tenemos una calidad de vida asombrosa, playas maravillosas, empresas punteras e increíbles servicios a nuestra disposición.

Precisamente por ese espíritu de concordia en tiempos en los que todo el litoral mediterráneo está gobernado por partidos que reivindican un nacionalismo exclusivo, muchas veces no hacemos gala fuera de nuestras fronteras de las innumerables ventajas de haber tenido la suerte de nacer y vivir siendo murcianos. Cuando esté leyendo este artículo se le vendrán a la cabeza muchos y muy diversos motivos por los que ha elegido residir o formar una familia aquí. Tal vez sea por los lazos familiares, por haber sido destinado por motivos laborales, por la calidad de vida, por los precios competitivos, por el sol, por Estrella Levante, por las marineras, por el Teatro Romano o por los muebles de Yecla.

Todos los que hemos vivido en Murcia sabemos que somos afortunados y que pocos lugares se comparan a nuestra Región, pero sin embargo parece que esta realidad es un secreto demasiado bien guardado dentro de nuestras fronteras.

Por un lado, hay muchísimas ventajas de nuestras ciudades que son absolutamente desconocidas para el conjunto de España. Pocos no-murcianos saben que nuestra capital es la séptima ciudad más grande del país en términos de población, que albergamos empresas punteras como El Pozo, Don Simón o Hero; que somos la Región con más horas de sol al año de la Península, que tenemos colegios con sistemas educativos ingleses, franceses e internacionales; que Alejandro Valverde o Arturo Pérez-Reverte nacieron en tierras murcianas, que nuestra Universidad privada es la principal patrocinadora de los mejores deportistas de élite de España o que la Universidad pública cosecha éxitos internacionales en investigación científica o debate.

Lo más destacable de lo anterior es que, a mi juicio, hay algo que estamos haciendo mal o, al menos, que podríamos estar haciendo mejor. ¿Por qué otras provincias mucho menos importantes desde el punto de vista de su población, estabilidad económica u oportunidades de negocio tienen más relevancia que la nuestra? ¿Por qué el comentario generalizado a la hora de hablar de Murcia es, en el mejor de los casos, la indiferencia respecto a todo aquello que no sea La Manga?

Conozco y reconozco las campañas de promoción turística de las últimas consejerías, desde el famosísimo Región de Murcia No-typical hasta la actual carita sonriente con frases motivadoras. Campañas que nos llenan de orgullo cuando las vemos los que ya estamos convencidos de la maravilla que es nuestra Región, pero que sin embargo no son efectivas con aquellos que la desconocen. ¿Qué deberíamos hacer al respecto de todo ello para estar en el lugar que nos corresponde?

En mi opinión, en primer lugar, debemos reclamar a nuestros representantes políticos que allá donde vayan manifiesten de forma expresa ese secreto llamado Murcia. Es cierto que no disponemos de un presidente autonómico que pueda promocionar nuestros limones en prime-time nacional como hace Revilla con las anchoas cántabras, pero sí tenemos a los diputados nacionales del bipartidismo que más tertulias copan y que, sin embargo, y pese a que se esfuercen por ello, muchos telespectadores no son capaces de identificar con Murcia. El vicepresidente español del Parlamento Europeo ha sido veinte años presidente de nuestra Región, hemos tenido a los ministros más mediáticos de la era Aznar y diplomáticos de la talla de Chencho Arias se han formado en nuestra Universidad. Aun así, pese a todo ello, pocos españoles asocian de manera inmediata a Murcia con la excelencia.

¿Por qué Comunidades Autónomas como Navarra o La Rioja, por ejemplo, aparentan mayor prosperidad que Murcia? Además de por su gestión económica, porque han sabido hacer de sus virtudes no sólo su principal atractivo turístico y promocional, sino también paradigma en la eficiencia de su gestión. Cualquiera que piense en Navarra se acuerda de la calidad de su Universidad, al mismo tiempo que pensamos en la impecable promoción de los viñedos riojanos. Cuestiones que han creado la sensación en el resto de españoles de que al hablar de cualquiera de esas provincias estamos haciendo una apuesta segura por la eficiencia.

En segundo lugar, debemos ser conscientes de nuestros fallos y aprender de ellos. Sabemos que no somos los más competitivos a nivel fiscal, que las playas de otras Comunidades Autónomas están más copadas que las nuestras siendo peores o que estamos a la cola en informes internacionales en materias tan importantes como la educación. Además de vanagloriarnos por las maravillas que por supuesto existen en nuestra Región, debemos pensar en qué aspectos restan prestigio a la Comunidad de tal forma que, siendo objetivamente mejores, no tengamos la relevancia pública que nos merecemos. Ojalá en unos años podamos salir en prensa nacional por la calidad de nuestros servicios o la innovación de nuestras empresas y no por la corrupción o por crónicas de sucesos macabros que, al parecer, son prácticamente el único tema por el que actualmente nos hacen caso.

Decía al principio del artículo que llevo un año viviendo en Madrid. He escuchado dar su opinión sobre Murcia a personas de todos los lugares de España y he sufrido con sus, en multitud de ocasiones, injustas consideraciones sobre nuestra región. Debemos luchar por revelar ese secreto que usted y yo sabemos pero que a norte, sur y oeste se resisten a descubrir: que nosotros, sin desmerecer al resto, vivimos en la mejor Región de España.