Uno de cada cinco alumnos en España deja de formarse tras acabar la ESO. Esa es la principal conclusión que podemos extraer de los datos publicados el miércoles pasado por la oficina comunitaria de estadística Eurostat. Según esos datos, España renueva otro año más el poco gratificante título de ser el país de la Unión Europea con la tasa más alta de abandono escolar, con casi un 20% en 2015. De esta forma, España tiene el mayor porcentaje de jóvenes de entre 18 y 24 años que tienen, como mucho, una educación secundaria y que actualmente no siguen estudiando ni formándose. Para hacernos una idea de dónde estamos, basta decir que España duplica la media de la tasa de abandono escolar de la UE, que está situada en un 10%, y que además nuestro país se encuentra aún lejos del objetivo fijado por Bruselas para 2020, que está en el 15%.

Con respecto al sexo, los hombres siguen demostrando una menor implicación e interés por los estudios. Así, el 24% de los hombres en España abandona sus estudios tras la Educación Secundaria Obligatoria, mientras que en el caso de las mujeres el porcentaje se sitúa en el 15,8%.

Otro de los datos curiosos publicados por Eurostat es que, en nuestro país, también ha descendido el porcentaje de aquellas personas entre 30 y 34 años que han finalizado estudios superiores. Este porcentaje se sitúa en un 40,9% en 2015, mientras que en 2014 registró un 42,3%. Como vemos, en este sentido vamos para atrás, y la cualificación de nuestros ciudadanos tanto en los estudios como culturalmente cada vez es más baja.

Si nos fijamos en la clasificación del abandono escolar por países, los últimos somos como ya es habitual nosotros, luego estarían Malta, Rumanía, Italia, Portugal y Bulgaria. En el lado contrario se sitúan Croacia, Eslovenia, Chipre y Polonia, que en los últimos años están apostando fuertemente por la educación. Además de estos países, Eurostat nos señala que doce estados miembros ya han alcanzado o superado sus objetivos nacionales para 2020: Dinamarca, Estonia, Grecia, Chipre, Letonia, Lituania, Hungría, Holanda, Austria, Eslovenia, Finlandia y Suecia.

Aunque en España todavía no somos conscientes de ello, los estudios, la formación y la cultura es lo único que nos puede salvar de la pobreza, ya sea individualmente o como país. España es un país pobre económica y culturalmente. Pobre económicamente porque tenemos los sueldos más bajos de Europa y los precios igual de altos. Pobre culturalmente porque los ciudadanos no le damos valor ni a la educación ni a la cultura, y nos conformamos con tener sol y muchas fiestas populares. Los españoles basamos nuestra riqueza en la construcción y todo lo que gira entorno a ella. No tenemos nada más que ofrecer. Sin embargo, este tipo de economía siempre es cíclica y pasa por periodos de crisis, como el actual.

Y, a pesar de ser conscientes de ello, seguimos educando a nuestros jóvenes en el dinero rápido y el pelotazo. Cuando el boom inmobiliario vuelva a llenar de grúas nuestro paisaje, muchos jóvenes dejarán los estudios, se meterán de peón de obra, ganarán dos mil euros al mes haciendo horas extras en negro, comprarán un coche, después un chalet y creerán tocar el cielo. Y, a los diez años, se verán en la calle por no poder pagar una hipoteca y suplicarán que el resto de la sociedad les eche una mano.

Sin embargo, así somos; felices en la repetición de nuestros errores, que son nuestra estupidez y nuestra ignorancia.