Hay jóvenes que se acercan a mi mercería a pedir consejos literarios; y alguno de ellos, como ocurrió ayer, hasta desnuda su corazón y me habla abiertamente de sus amores: «Como le conté por Facebook „él siempre me habla de usted„, me he vuelto a enamorar. Es una chica de mi instituto, de un curso inferior al mío. Es preciosa, pero no me atrevo a decirle lo que me gusta. El día de San Valentín le hice llegar un sobre anónimo con dos estrofas de un largo poema que he escrito para ella. Ayer convoqué a todos los estudiantes de mi centro para que asistieran a un recital mío de poesía. Fui clase por clase anunciándolo; también a la de ella. Quería darle una sorpresa: recitar ante todos ese largo poema,y que cuando ella escuchara esos versos anónimos que le llegaron en una carta el pasado 14 de febrero, descubriría quién es ese poeta que está loco por ella. Sólo ella y yo, en mitad de la multitud, entenderíamos esa declaración de amor. Vino mucha gente al recital, pero no encontré su rostro entre los asistentes€ ¿Qué hago? Deme un consejo€». «Escribe, joven amigo „le dije„, porque seguro que con ese escozor que sientes en el corazón te va a salir un gran poema».