A veces es difícil calibrar las verdaderas consecuencias que están detrás de los datos. Pondré un ejemplo. En la última Cumbre del Clima de París se ha acordado (más o menos) que el planeta no debe de superar un calentamiento global de dos grados. ¿Dos grados? Parece poco, ¿no? Tampoco es la cosa como para andar todos los científicos y los ecologistas tirándose de los pelos, ¿verdad?

Veamos algunos ejemplos. Copenhague, 8 de enero, cuatro grados bajo cero. Y bien, ¿si fueran dos grados bajo cero qué pasa? Roma, 15 de julio, estamos a 33 grados centígrados, ¿y qué si fueran 35? Ocurre con esto que en los extremos los datos se aproximan. Es como cuando una diferencia de seis años entre dos hermanos resulta abismal cuando uno tiene once y el otro cinco, pero deviene en irrelevante cuando aquél tiene 89 y el otro 83. Y ocurre también, en materia de clima, que lo importante son las medias y los rangos de mitad de la tabla.

Justo ahora tenemos en Murcia una buena muestra de que dos grados son, efectivamente, mucho. Miren este invierno murciano. De hecho justo estoy pensando sobre esto y tomando alguna nota mientras tomo un café en la calle a las cuatro de la tarde de un 3 de febrero€ en manga corta. Hay acuerdo total en que este año no hay invierno, que el sudor perla nuestras frentes como si estuviéramos en mayo, que esto es el acabose de ser una región cálida, que no puede ser, por favor qué infierno de sitio, y que así les va a los cultivos, a los bosques de pinos llenos de procesionaria, y sobre todo a la p (de pertinaz) sequía.

Pues resulta que esta clara sensación de que hace mucho calor para ser invierno está basada, precisamente, en una pequeña cifra de dos grados. Este periódico informaba el pasado martes de que, según la Agencia Estatal de Meteorología, el periodo que abarca los meses de diciembre de 2015 y enero de 2016 ha sido el más cálido en la Región de Murcia desde que se tienen registros históricos, y además que enero ha sido un mes extremadamente cálido, el que más en los últimos cincuenta años. Pues bien, estas informaciones de la AEMET que nos confirman que este año el invierno es un recuerdo del pasado están cifradas concretamente en una diferencia de temperaturas con respecto al periodo de referencia de tan sólo 2,3 grados centígrados. ¿Lo pillan?

Podemos hacer una perífrasis muy poco académica si imaginamos que esos dos grados de aumento de que habla la Cumbre del Clima de París se aplicaran ya rutinariamente todos los años en nuestra tierra. Adiós al invierno murciano. Quizás ganaríamos en turismo desestacionalizado, pero poco, ya que el Mediterráneo al completo compartiría nuestro aumento de temperaturas. Por el contrario, la agricultura, los montes, las plagas, la sequía, las pocas lluvias sin embargo torrenciales provocando daños, e incluso las enfermedades trasmitidas al modo tropical, nos harían una tierra bastante menos vivible.