Una diputada se presenta en el Congreso con su bebé de seis meses. Ya está, no voy a hablar más sobre Carolina Bescansa (me cansa). Pero sí que quiero hablar de las ´otras madres´ y su relación con la lactancia. ¿Saben que hay madres que no dan de mamar a sus hijos porque el dolor que soportan es inaguantable, porque llegan a sufrir alguna enfermedad que lo impide o porque, sencillamente, han elegido no hacerlo? ¿Saben que estas madres son señaladas con el dedo, igual o más que aquellas que hacen de la lactancia su bandera? ¿Saben que muchas de esas críticas vienen precisamente por las madres lactantes? ¿Saben que algunas tienen que escuchar que son malas madres por el hecho de no poder o querer dar de mamar? Pues sí, y son muchas. No hay nada en este mundo que más me haya molestado desde siempre que las faltas de respeto de aquellas personas a las que se les llena la boca pidiéndolo para ellas. No lo soporto. Igual que se debe respetar -y respeto- a las madres que deciden que su hijo, ese que se come los bocadillos de chorizo a bocados mientras juega con la pelota, pueda pedirles teta y ellas gustosamente le dan, se debe respetar a quienes deciden no dar de mamar, sea cual sea el motivo. Lo de la conciliación lo dejo para otro día, si Carolina Bescansa me deja, claro, porque lo mismo es solo competencia suya.