Una mirada en retrospectiva hacia la Cartagena entrañable que inspiró a Isidoro Valverde, nos leva con nostalgia a observar que algunos espacios urbanos sobreviven casi en estado de abandono al paso del tiempo. Hablamos de un barrio situado en pleno casco antiguo, el que gira alrededor del Lago lindando con la glorieta San Francisco; un tozo de ciudad que fue centro neurálgico de la vida social hasta los 80, pero que entra en los 90 con un progresivo aspecto de olvido, llegando a nuestros días con la imagen de desidia que lamentablemente presenta. La hasta ahora dilatada falta de voluntad política por regenerar ese barrio, la inercia del propio proceso de dejadez o lo que sea, han dado lugar a una imagen de desatención e inseguridad, que deja fuera de los tramos paseables a este rincón de gran solera.

Sin embargo, los turistas movidos por la inercia de pisar suelo del casco histórico de la ciudad que visitan, pasean cada vez con más frecuencia esta zona. Perdidos y con cámara en mano inmortalizan una estampa repleta de edificios casi ruinosos, solares desapacibles así como otros detalles que dan lugar a una estampa de escaso reclamo a fines turísticos. La desolación ante tal panorama puede ofrecer en cambio un atisbo de optimismo al considerar que todavía se está a tiempo de regenerar este céntrico distrito, pues al no haber sido objeto de miras durante tantos años tiene en contrapartida la ventaja de que no se lo han cargado y conserva con abolengo esa plaza tan bonita también llamada de La Merced, que con una intervención respetuosa a sus orígenes puede volver a ser de lo más atractivo. Eso sí, si lo hacen alguna vez que ha de esperarse no esté lejana, se pide encarecidamente casi en forma de exigencia que no hagan lo mismo que en la Plaza del Rey o en la Glorieta San Francisco, no se trata de borrón y cuenta nueva, sino de restaurarla conservando el poso que aún le queda de su pasado histórico.

Con estupor se ha visto ya en más de una ocasión, como lo modernista era sustituido por lo moderno, lo antiguo por lo nuevo, sin conciencia alguna supongo de la atrocidad que se estaba acometiendo. Así perdimos por ejemplo, la gracia de la añorada Plaza del Rey cuya remodelación vino acompañada de peculiares árboles de acero incapaces de dar sombra a ese parque tan frío y poco natural en que se convirtió.

Cabe el sosiego de pensar que para dar a conocer el pasado y el presente de nuestro patrimonio material e inmaterial, contamos ya en la tres veces milenaria, con cuatro cronistas oficiales, movidos por el noble y justo propósito de dejar constancia científica de la historia de lo local, reivindicando al mismo tiempo para el municipio portuario la consideración de Patrimonio de la Humanidad. No cabe duda de que la riqueza histórica de este lugar «a quienes los de Carthago dieron nombre» bien merece esa honorífica calificación; por ser prolija en edificaciones, tradiciones, folklore€ ;recursos que convenientemente explotados, consolidarán nuestro lugar de privilegio como destino turístico.

Imaginándonos en perspectiva, es cuando hay lugar a la esperanza de creer que el camino a seguir para Cartagena se produce y construye a partir de un diseño planificado, racionalizado, que tiene como base la historia sobre la que se levanta. El camino recorrido lleva a repensar Cartagena bajo un impulso que abarque también zonas limítrofes, aunando esfuerzos para la intervención y en un intento de comarcalizar planes conjuntos va dando pasos hacia la misma dirección con Fuente Álamo, La Unión y Torre Pacheco. Hay quien dice que la propuesta es un paso más hacia la biprovincialidad; pues bien, si así fuera para el alcalde López, que ya va siendo hora de que se sitúe al municipio portuario y sus equivalentes más cercanos en el lugar que les corresponde; con el convencimiento de que además el empeño redundaría en beneficio del resto de la Región (tema que trataré otro día).

Sea como sea el nombre de la ciudad se oye, da que hablar y no deja de hacerlo, el llamado ´efecto Cartagena´ centrado en la puesta en alza de sus valores patrimoniales, se ha convertido en un modelo a imitar por otras localidades, entre ellas Mahón o Murcia si ir más lejos. También se ha dicho que es centro de iniciativas de participación ciudadana, por la realización de las Jornadas sobre Cultura y Municipio organizadas por Patricio Hernández desde el Ayuntamiento, que han sido elegidas como una de las mejores propuestas de 2015 en la Región de Murcia por los lectores del magazine C´Mon.

El resurgir de la ciudad parece haberse iniciado, comenzando una andadura que marcha a ritmo de crucero invitándola a la búsqueda de nuevos horizontes y perspectivas.