Querido alcalde, con el debido respeto:

Una vez más los hechos han dado la razón al refranero popular español. Aunque para ser totalmente sincero debo reconocer que no sé si ha sido por su poder de convicción, por sus amenazas de llevar las manifestaciones hasta la ciudad de Murcia o por la proximidad de las elecciones generales. Lo cierto es que el pasado lunes, día 28, el gobierno regional, a través de su consejera de Sanidad, Encarna Guillén, reconocía finalmente la necesidad de restablecer servicios en el hospital del Rosell.

Si lo he entendido bien lo que ahora anuncian es que se van a habilitar 55 camas en los dos próximos años (33 en el primer trimestre de 2016 y otras 22 en el cuarto trimestre de 2017), 30 de estas camas se destinarán a hospitalización quirúrgica, 22 para hospitalización de servicios médicos y otras 3 camas de cuidados semicríticos. Para ello se invertirán 5,5 millones de euros el próximo año y 7,5 millones en 2017. Estoy de acuerdo con usted en que solo es el inicio, pero ni mucho menos lo que nos hubiese gustado a todos los usuarios de la sanidad pública que vivimos aquí, y muy lejos de lo que ellos mismos acordaron en 2010 en la Asamblea Regional, como hemos dicho ya tantas veces.

Permítame que haga memoria porque nunca está de más volver a recordarlo, aunque solo sea para escarnio de todos los que nos mintieron: «La Asamblea Regional de Murcia insta al Consejo de Gobierno a que, a la entrada en funcionamiento del nuevo hospital de Cartagena, el actual hospital Santa María del Rosell se convierta en el segundo hospital del área de salud de Cartagena, con los servicios básicos de un hospital general y con una dirección autónoma e independiente del nuevo centro; como medida fundamental para el fortalecimiento del sistema sanitario público, en el aspecto del impulso y mejora de la calidad de la asistencia sanitaria».

Pero parece que no soy yo solo el escéptico ante la noticia. El portavoz de la plataforma ciudadana ´Salvemos el Rosell´, Leandro Sánchez, ha dicho que el plan es una pantomima electoralista añadiendo que «sin una UCI que apoye la actividad quirúrgica programada en los quirófanos, los pacientes se jugarán la vida durante sus traslados en ambulancias al Santa Lucía». También ha recordado que el próximo día 17 se celebrará otra manifestación de apoyo al hospital del Paseo.

Y digo yo, esta decisión que ahora toma el ejecutivo regional que preside Pedro Antonio Sánchez, con freno y marcha atrás, como si se tratara de la famosa comedia de Jardiel Poncela; ¿en qué lugar deja a la Sra. Barreiro y al Sr. Valcárcel, que se han pasado los últimos años intentando convencernos de lo bien que estábamos mientras su partido recortaba y recortaba la sanidad pública? Por cierto, ya que hablo de su antecesora en el cargo, -ahora candidata al Senado (en algún sitio habrá que colocarla) ¡que esa es otra!-, no puedo evitar referirme a la repercusión mediática y política que está teniendo su particular forma de dirigir los plenos municipales.

Más allá de las manipulaciones habituales a la hora de montar el famoso vídeo, lo cierto es que usted no ha estado especialmente afortunado en sus intervenciones. Me imagino que es desesperante escuchar ahora a los mismos que durante años le han ninguneado y silenciado con el reglamento en la mano, quejarse por no poder seguir gobernando tras el acuerdo alcanzado por su partido y el PSOE. Pero seamos sinceros, los menosprecios y los insultos, no son el mejor camino para buscar acuerdos, siempre necesarios en política.

Antes de ayer, María González Veracruz, portavoz del Comité Electoral del PSOE y cabeza de lista por la región al Congreso, dijo en un debate en Telecinco que usted había reconocido su equivocación y se había disculpado. La candidata socialista aseguro: «sé que no va a volver a suceder».

Espero sinceramente que sea así y no tengamos que recurrir de nuevo al refranero: «Otro vendrá, que bueno me hará». Sería muy triste que por una deficiente educación democrática se perdiese una oportunidad histórica de cambiar la gestión de nuestra ciudad.