No sobrevivirán, seguramente, a las próximas elecciones. Pero durante muchos años fueron la única voz discordante en el desierto de la corrupción y la cobardía frente al nacionalismo que casi acaba con España. Hoy se merecen este responso, una breve oración que recuerde lo mejor de su paso por este mundo, y a todos aquellos que se mantuvieron leales en estos días en que traidores y tránsfugas dan lecciones de moral y regeneración desde las tribunas a las que los alzaron.

Sin embargo, no creo que en UPyD deban sentirse tristes por su descalabro. Sus graves errores, que no son objeto de este recordatorio, se añadieron a una vocación, aun inconsciente, de perdedores. Siempre fueron perdedores. Y esa era su misión y el destino de los que renuncian a corromperse, de los que se deciden a señalar a los reyes desnudos. En su caso, nacieron con un mérito mayor, porque, vascos, se arriesgaron a enfrentarse al nazismo etarra. Y porque desde la izquierda, precisamente, se atrevieron a desvelar la complicidad de las izquierdas con ese nazismo al que durante muchos años ´comprendieron´. Y al que aún le buscan ´encaje´. Nadie como los vascos sabe lo que es jugarse la vida por la palabra España. Nadie como ellos conoce esa mezcla de horror y estupidez que es el nacionalismo. Y nadie como ellos (también los catalanes no nacionalistas) entiende que España es hoy la libertad frente al feudalismo corrupto en el que viven. Y por eso hay que decir que han sido esencialmente ellos, vascos y catalanes no nacionalistas, los que nos recordaron el valor de la España democrática y la vileza a la que estamos abandonándola.

La última propuesta de UPyD, votada en el Congreso, proponía que la lengua española pudiera ser utilizada en los ámbitos oficiales, en la toponimia y en la enseñanza en toda España. Es decir, para sorpresa de cualquier ciudadano del mundo, que el español pudiera utilizarse en España. Le copón. ¡Qué ataque a los pueblos plurinacionales y al encaje y la encaja! Quizás por eso el PP descafeinó la declaración, y el PSOE directamente se desentendió de ella. Los demás, claro, votaron en contra, porque ellos sí pueden escribir Murtzia, pero nosotros no podemos decir Gerona, que es propio de fascistas.

Echaremos de menos a UPyD. Ojalá que aguanten el desierto, que, al menos, está limpio. Que sepamos que hay alguien ahí dispuesto a volver a defender lo esencial, lo evidente, si lo necesitamos. Que no tardará mucho.