Aquello de la Primavera Árabe ha resultado ser una castaña, ya no hay duda. Vistos los hechos de estas revoluciones o alzamientos en las naciones de la región próxima a nosotros „los infieles del Levante según esos países„ y en términos clásicos Oriente Medio, tan próximo y lejano al mismo tiempo, resulta doloroso asumir que para aquéllos, los buenos árabes de sana condición, resulta igual de dramático (¡qué disparate, Señor!) el ejercicio de cualquier déspota dictador que ese otro, criminal y fanático, que prescribe el depredador grupo llamado Estado Islámico. Susto o muerte, es lo que hay.