Algunos definen la radio como «la tecnología que posibilita la transmisión de señales mediante la modulación de su frecuencia o amplitud de ondas electromagnéticas». Pero esto, dicho así, no nos dice nada, porque la radio es mucho más que esto, muchísimo más. La radio es el compañerismo en el coche. El cortejo en el hogar, la mitigación de la soledad, siempre. La radio es el instante de la noticia, el aproximarnos a los lugares más recónditos, el misterio de las voces que hacemos nuestras porque hablan para nosotros.

La radio es el medio que aguanta los embates de la televisión porque es tan generosa que no necesita de nuestra total atención. La radio es la imaginación a través de los sonidos capaces de ponernos en contacto con imágenes que la mente forja. Pero mi reflexión, hoy, sobre la radio tiene una motivación especial.

El próximo viernes, día 9, pasado mañana, se cumplirán cincuenta años de la puesta en funcionamiento de Radio Nacional de España en esta Región, que entonces se llamó Centro Emisor del Sureste. Y me van a perdonar que deje salir mi vena más sentimental porque RNE nunca fue solamente, para mi, el medio en el que trabajar. No, RNE, en Granada, en Málaga, en Zaragoza, en Madrid todos esos lugares donde disfruté del hacer de esa manera de sentir la radio, me enseñó una forma especial de entender el contacto con los oyentes y, si me apuran, con la vida.

Es por esto que no puedo dejar pasar este cumpleaños de madurez y de saber hacer radio sin rememorar momentos de mi vida difíciles de olvidar. Llegué a Murcia en 1983 para dirigir esa emisora que había nacido en 1965 con vocación de buena radio. Nunca podré olvidar esa etapa de mi vida y el entusiasmo que todos los trabajadores de esa casa atesoraban para hacer de ella un medio de comunicación serio y con un marcado estilo. Nunca podré olvidar esa Semana de la Radio en la que todos los que estaban allí colaboraron con entusiasmo para hacer de ella la mejor que se había celebrado hasta ese momento bien, eso es lo que nos dijo el entonces director general de la misma, Fernando Delgado, y nosotros estuvimos dispuestos a creerle sin mucho esfuerzo porque Radio Nacional de España en Murcia era, en aquel momento, el medio radiofónico que había que oír para estar informado aquí; era la voz de cualquier acontecimiento que mereciese ser divulgado.

Sí, yo llegaba a Murcia un poco asustada. Tenia pocos años, muchas ilusiones por estrenar y experimentaba el vértigo que se siente hacia una especial responsabilidad como lo era para mi dirigir un centro de RNE, lo que hasta entonces parecía vedado a las mujeres. Y me encontré en la calle Jaime I, la antigua RNE, en el pequeño despacho de dirección que habían habilitado para la toma de posesión, acompañada por unas caras desconocidas para mí, pero que nunca percibí como extrañas, que me miraban con un punto de curiosidad.

Han pasado 32 años desde que llegué a esta tierra que tan bien acoge a los de fuera. Y han pasado, sí, cincuenta años desde que se oyera por primera vez en las ondas el indicativo de Centro Emisor del Sureste y no, no podía dejar de hablar de ello porque RNE me permitió conocer y amar esta tierra, donde volví de nuevo después de un tiempo para quedarme definitivamente, porque es donde quiero vivir y donde quiero estar y donde tengo los mejores recuerdos de una radio que nació para dar a conocer mejor una tierra que sorprende cuando nos adentramos en ella.

Pasado mañana se celebra el cincuenta aniversario de RNE en esta Región, y los que ahora trabajan en ella, los que fuimos tan felices en la misma, hemos de celebrarlo.

Háganlo ustedes también es el cumpleaños de un medio de comunicación. Ni más ni menos.