Estar sin móvil es como dejar de fumar. El inicio es duro, pero cuando la dependencia se va ´esfumando´ poco a poco empiezas a respirar mejor. Es entonces cuando te encuentras con tu ´yo´ interior, ese que das de lado porque siempre hay un ´whatsapp´ que contestar. A las dos horas de estar sin móvil comienza el estado de desintoxicación. Cuatro días me han bastado para darme cuenta de la clase de persona en la que nos estamos convirtiendo. En este tiempo he dormido mejor, me he terminado un libro que tenía a medio, he comido en familia sin dejarles con la palabra en la boca, he organizado mi tiempo, he mirado a los ojos y escuchado atentamente, me he fijado en detalles sorprendentes, he escuchado -sin interrupciones- una y otra vez mi canción favorita, he visto una película del tirón, he mirado al cruzar la calle a un lado y al otro, he vuelto a dejar notitas en el frigo, he disfrutado de una cena con amigas sin la necesidad de echar mano al bolso y, en definitiva, he sido un poquito más feliz. Ya lo advierte el experto Javier Serrano Puche: «Hay que aprender a desconectar del móvil».