En el ecuador de la crisis económica de la que cada vez hablamos menos o abordamos con otra disposición, pero cuyas consecuencias nos van a acompañar todavía un tiempo, un catedrático de la UPCT me ejemplificaba los efectos de los recortes en Educación: «En el último examen final he tenido que plantear un único ejercicio, cuya solución se puede desarrollar en tres páginas por ambas caras, en vez de los tres problemas que suelo plantear, porque no tenía folios para todos mis estudiantes y estoy cansado de tener que comprar material para tapar nuestras vergüenzas». Así de exasperante ha llegado a ser en ocasiones la enseñanza pública en esta Comunidad durante los últimos años y estoy seguro de que muchos de ustedes conocen casos de miseria similares.

Después de una vuelta de vacaciones muy movida en el mundo universitario por el enésimo enfrentamiento entre los centros públicos y la UCAM (definitivamente la pluralidad política del Parlamento regional con posturas antagónicas no siempre basadas en hechos, sino en prejuicios infundados, se ha trasladado a otros ámbitos de nuestra sociedad, como es el caso), el presidente de la Comunidad Autónoma, Pedro Antonio Sánchez, firmó con los rectores de la UMU y la UPCT, José Orihuela y José Antonio Franco, respectivamente, un acuerdo de financiación que pone fin a un periodo demasiado largo de incertidumbre que acogotaba a las universidades de la Región. Los 910 millones previstos en el plan para los próximos cinco años dan un respiro a los responsables educativos y les permiten solventar problemas que les quitaban una energía que ahora podrán destinar para mejorar.

Supongo que mi amigo catedrático será uno de los más satisfechos con el acuerdo, ya que podrá recuperar los exámenes en condiciones con tres problemas a resolver por sus alumnos. No sé ya qué dirán estos.

¿El AVE a Cartagena antes que a Murcia? Dicen en mi pueblo (que, por cierto, está en plenas fiestas de Carthagineses y Romanos, que les animo a disfrutar o a conocer, si no lo han hecho todavía) que no deja de tener gracia que, si se cumplen los peores temores del consejero de Fomento, Francisco Bernabé, el AVE podría retrasar su llegada a Murcia en cinco o seis años si acaba en la vía judicial y, por una carambola del destino, entrar antes a Cartagena, a través del baipás del Reguerón. Y a los que se malician tal posibilidad se les dibuja una sonrisa sardónica en su rostro antes de decir: «Estaría bien, por una vez en la historia, que los murcianos, al igual que ahora se desplazan hasta Alicante o Albacete para ir a Madrid, tuvieran que venir a Cartagena para viajar a la capital». No sé qué ciudad estrenará el tren de Alta Velocidad, lo que sí espero es que no se cumplan las peores expectativas del consejero y perdamos de nuevo el tren.