Dicen que para un cardiólogo observar el corazón de un deportista de élite, comprobar cómo bombea, cómo ruge€ es una sensación parecida a cuando un amante de los coches levanta el capó de un Porche y escucha bramar su motor. Me pregunto qué sentirá el cardiólogo ante el corazón de un poeta enamorado€ si verá el revoloteo de mariposas, si escuchará el arrebato de campanas, si sentirá la belleza de un atardecer en una playa del Atlántico.