Pues sí, mientras para muchos han comenzado las siempre ansiadas vacaciones de verano, para otros queda todavía por delante un caluroso tiempo de compás de espera. Para no pocos, el descanso estival es aparentemente más de lo mismo, dependiendo de la actitud de cada cual. Diferentes, por lo inesperado de las circunstancias que concurren, son estos meses veraniegos para cantidad de personas que luchando por sus vidas o las de otros, aprovechan el día a día como una oportunidad única. Siempre he entendido que el descanso vacacional es, en cierto modo, un cambio de actividad que ayuda a relajarnos y tomar fuerzas para el devenir cotidiano. Del dicho a lo que realmente hacemos suelen colarse un sinfín de despropósitos que van desde no dar ni chapa a no tomar respiro por un desmedido afán de disfrute que paradójicamente no nos deja hacerlo. El inicio de las vacaciones llena de viajeros salas de espera, andenes, carreteras, aeropuertos... las noticias de estos días recogen el parecer de unos y otros, con declaraciones que a más de uno pueden dejar patidifuso. Me llamaron la atención las palabras de una joven encantada de estrenar su ansiada libertad... sin padres y sin internet... por opinar que no quede. Sin embargo, en vacaciones es cuando más disfrutamos de la familia, con los roces de siempre que van esculpiendo el mejor cariño. Como una de esas películas que nos gusta ver, una y otra vez, recordamos los veranos de nuestra vida con sana añoranza, intentando conseguir la unidad familiar que aprendimos de nuestros mayores. No sé qué hubiera hecho sin mis padres. Coger el testigo y pasarlo de generación en generación. La riqueza de la convivencia familiar es un tesoro que nunca se acaba. El ir y venir de unos y otros aporta la flexibilidad necesaria para conjugar el cariño. Estar juntos y echarse de menos. Convivir, vivir con personas de distinta generación agranda la capacidad de aprender y comprender, escuchar, saber, ayudar, querer, reír, soñar... «Con padres y con internet» diría yo porque estamos en un mundo que necesita más que nunca de la familia como soporte de una sociedad sólida en valores, fuerte ante cualquier crisis. Y con internet porque la globalización nos lleva a utilizar las herramientas que nos acercan a unos y otros. El sentido de la medida lo rubrica el sentido común. En vacaciones, también podemos ser dueños de nuestro destino. La familia, los amigos, los libros, el deporte, la solidaridad, los viajes, el campo, la montaña, los pueblos y ciudades, internet, el sol, la luna, las estrellas.. y las bicicletas... son para el verano.