Los integrantes de la Filarmónica de Berlín, reunidos hace días en cónclave en una iglesia, no han sido capaces de elegir al nuevo director de la primera orquesta del mundo, y se reunirán de nuevo para ello «en este mismo año». Esto me reafirma en la idea de que en la música sinfónica pervive la nostalgia de un tiempo antiguo, solemne, majestuoso y sin apremios, y su carisma social y estético viene de esa misma burbuja de antigüedad que atesora. Esto explicaría, a la vez, la resistencia de las audiencias a salir de ella, su gusto invencible por la música que fue innovadora hace dos o tres siglos, mayestática de otra majestad y pompa distintas de las de hoy, conservando en ese reducto las formas del ancien regime, o a lo sumo las del romanticismo decimonónico, una atmósfera cuya respiración reafirma al público, vestido para la ocasión, en la idea de que no todo se ha perdido.