Nunca tuve la oportunidad de ver a Alfredo di Stéfano maravillar al mundo con un balón en los pies, pero me bastaron algunos vídeos en blanco y negro para advertir su grandeza. El paso del tiempo y mi posterior incursión en el ´mundillo´ periodístico me acercaron a su figura en una de sus visitas con los veteranos del Real Madrid a la Región. «Don Alfredo, ¿me permite que le haga unas preguntas?», le dije. «Por supuesto que sí, chico», respondió mientras, ayudado por un bastón, se apoyaba en una barra habilitada en uno de los rincones del Balneario de Archena. Apenas necesité unos segundos para darme cuenta de que estaba hablando con uno de los cuatro mejores futbolistas de la historia. Y no solo por su palmarés. Su avanzada edad, ya había cumplido los 80 años, no le impidió regatearme como hacía cuando era jugador. Lo hizo con unas pocas palabras, como si de un toque sutil se tratara: «Ha sido un placer charlar con usted, pero no le voy a escribir el libro». Gracias ´viejo´.