La palabra rutina es de las que tiene mala prensa. Dicen que caer en la rutina es malo; en el trabajo, en las relaciones de pareja y en nuestras tareas cotidianas. Y estamos mal cuando la rutina se apodera de nosotros. Pero hay rutinas, hábitos diarios, que son los que hacen grande un día. No hay mejor rutina que la de abrir cada noche un libro y leer aunque solo sea unas páginas. Trasladar la mente a un tiempo y una ciudad lejanas; ponerse en la piel de un criminal o vivir una historia de las que marcan toda una vida. Ser Anna Karenina o colarte en las obras de teatro que cada navidad preparaban las hermanas de ´Mujercitas´. Ayer, Día del Libro, cumplí con mi tradición de comprar un par de novelas que me ayudarán a romper cada noche con mis rutinas. Todavía soy de las que se resiste al libro electrónico. Me gusta pasar las hojas y doblar la esquina para marcar donde me quedé la noche anterior. Ya que nos gusta tanto copiar tradiciones de otros lugares, no estaría mal que copiáramos la de los catalanes por Sant Jordi.