Los datos económicos atestiguan que sólo las protestas ciudadanas distinguen a la España tercermundista €véase el libro de Michael Lewis€ de una república bananera, donde tales efusiones callejeras serían inconcebibles o aplastadas. La espontaneidad asamblearia cuajará con líderes inesperados, mientras las instituciones tradicionales como el Gobierno o el Congreso enfocan la crisis bajo la convicción de que un diagnóstico equivocado también puede conducir a la curación. De hecho, las vacaciones de Rajoy han coincidido con un cierto alivio de la trepidación económica, en lo que constituye la mejor valoración de su labor o ausencia de la misma. El vaticinio de que sería mejor presidente que candidato se basaba únicamente en que no podía ser peor candidato.

El verano no ha interrumpido la incubación de liderazgos, no siempre mesiánicos. Aquellas elecciones griegas que iban a ser el mayor acontecimiento de la historia de la humanidad desde la caída del Muro, y de las que por tanto no se ha vuelto a hablar, obligaron a plantearse quién sería el Tsipras español. Las eclosiones se desmarcan del retrato robot, porque un Gurb alienígena de vacaciones en España concluiría que las próximas elecciones enfrentarán a Mario Conde contra Sánchez Gordillo. Ambos cargan con tan dilatada trayectoria que la búsqueda de un líder distinto debió incidir en la necesidad de que fuera un personaje nuevo.

El exbanquero y el alcalde de Marinaleda a perpetuidad €otro dato curioso para una regeneración€ comparten una persecución a cargo de la justicia que atribuirán a las deficiencias del sistema, por aprobar el término canónico de Conde. El debate televisivo entre ambos superaría en alicientes a otro intercambio trasnochado entre Rajoy y Rubalcaba. El expresidente de Banesto plantea un primer asalto en las gallegas, como si buscara un retiro que repitiera la experiencia de Fraga. La principal diferencia con anteriores alumbramientos estriba en que no se habla de serpientes de verano. La toma en consideración no demuestra el talento político que se adjudica a Conde y Gordillo, sino el desprestigio acelerado del monstruo bifronte PP/PSOE. En las situaciones desesperadas, ningún desenlace se adentra en lo improbable.

La conclusión apresurada de que Conde cobijará a la derecha extrema €un hábil giro lingüístico para no hablar de extrema derecha€ obliga a recordar que los sectores ultramontanos votan ahora al PP, sin descrédito para ninguna de las partes. Rajoy ha descargado su ira ahorradora y recaudatoria sobre las clases medias, guiado por la confianza de que carecen de alternativa a la hora de votar. Esta teoría de gurú electoral sufre los primeros rasguños, después de que el bipartidismo hegemónico se haya desmontado en la mayoría de países europeos, de Alemania a Grecia pasando por Reino Unido, Holanda, Bélgica, Dinamarca o Finlandia.

Empujadas al empobrecimiento a menudo por criterios ideológicos €no se han amortiguado los ecos del «que se jodan»€, las clases medias han proletarizado su reacción, y pueden apelar a los candidatos más inverosímiles. El descontento se une a la ausencia de liderazgo de Rajoy hasta poner en peligro la imagen del PP como partido ómnibus. Tampoco aquí se debate un fenómeno exclusivamente español. El auge del Partido Pirata en Suecia o Alemania demuestra que la crisis económica disimula a menudo una crisis política de dimensión comparable. El conato de Conde sirve de acicate a UPyD. La formación de Rosa Díez se verá obligada a mantenerse en el radicalismo, ante la evidencia de que no está rentabilizando como debiera el desmoronamiento de los dos macizos entre los que sirve de cañada. Una justificación cínica de su proyecto pausado determina que, para crecer con posibilidades de acceder a la victoria, un partido precisa la aceleración suficiente que le permita alojar una cuota de corrupción en su seno. El renacimiento de Conde traslada a la política una ley vigente en el descalabro financiero, que ha de ser resuelto por los mismos banqueros que lo provocaron, misteriosamente purificados por el entrecejo fruncido de Angela Merkel. El bipartidismo agonizante PP/PSOE puede sucumbir ante Conde y Sánchez Gordillo a la solución interventora que ya aplicó al primero en los noventa. Mientras tanto, se incuba el primer líder político surgido a espalda de los MSM o medios de comunicación de masas.