Los puristas del lenguaje llevan varios años escandalizados. Y lo que les queda. El Diccionario evoluciona, por mucho que algunos no quieran verlo. Ya lo decían los profesores de lengua y literatura del colegio. En la Real Academia funciona aquel viejo axioma del renovarse o morir y por eso algún día veremos -y si no, al tiempo- cómo el Diccionario que sirve como guía para millones de hispanohablantes incluirá palabras que hoy sólo suenan a quienes manejan a diario las nuevas tecnologías. Los programas más utilizados por los internautas han generado en los últimos años conjugaciones verbales curiosas. No es extraño oír por la calle un «luego nos wasapeamos», que sustituye, gracias al éxito del programa de chat entre teléfonos, al ya clásico «luego hablamos». Pero las novedades no se quedan ahí. El «yo tuiteo» o «él tuitea» se ha convertido ya en un lenguaje habitual entre los miles de ciudadanos que utilizan el Twitter. La Real Academia tendrá que crear una comisión de expertos. La lengua se virtualiza.