Cuestiones de ayer y de hoy. Problemas de difícil o imposible solución. No sólo es más de lo mismo, estamos metidos en un extraño laberinto del que, en apariencia, nadie sabe salir. Quién más y quien menos ha dado sus vueltas tratando de divisar alguna luz pero la opacidad es una constante que progresa a medida que aumenta el mal gobierno o el desgobierno.

No sé si de verdad lo de ´hecha la Ley, hecha la trampa´ es, por decirlo de algún modo, ´legal´, pero cara a la galería, algo no funciona. De nuevo nos encontramos ante unas elecciones salpicadas por decisiones controvertidas que aturden, confunden y distorsionan el espíritu democrático. El engaño de las apariencias se disfraza con un extraño tejido rasgado por la duda. Acatar y atacar son las dos caras de la moneda lanzada al aire, a la espera de que un nuevo partido político sepa o quiera darle curso legal. Ni quito ni pongo rey pero defiendo y me adhiero a la verdad, garantía de la libertad.

Votar o no votar, designar a nuestros representantes es precisamente una elección, que en tiempo de crisis, es crítica. Redundancias aparte, no nos fiamos. ¿Razones?... ´Como las meigas, haberlas haylas´. Aparte de lo que está cayendo, es escandaloso lo que ya se le ha ido de las manos a nuestros políticos. Son muchos los sectores de la población en los que ´mal gobierna´ el descontento y se generaliza la abstención o una especie de voto de consolación para iniciar un cambio pero, en realidad, nadie tiene los planos para salir rápidamente del laberinto en que, querámoslo o no, todos estamos metidos.

La eterna pregunta sin respuesta: «¿Es que no hay manera de controlar tanto desvarío?»... Desde las pantallas electorales, sonrisas y promesas que nos recuerdan nuestros tiempos infantiles: ´¡que viene el coco!´ y lo peor es que nos quitan el sueño. No sé si ustedes tienen trabajo o forman parte de los prácticamente cinco millones de parados, si pueden llegar a fin de mes, si cobran puntualmente su remuneración salarial, no sé si tienen deudas por pagar o cobrar, no sé demasiadas cosas pero arrieros somos y no hay más remedio que arrimar el hombro para recomponer nuestra ajada ´piel de toro´.

Tenemos tiempo para reflexionar, decidir nuestro voto y no perder la oportunidad de participar y tratar de enmendar tantos errores. «El éxito y el fracaso de los estadistas depende de los actos más insignificantes» como, por ejemplo, depositar nuestro voto en las urnas.