La Audiencia Provincial de Murcia ha condenado a dos penas que suman tres años y un día de cárcel a un hombre, Juan N. G., por abusar en dos ocasiones de una niña de cuatro años (hija de una amiga), una de ellas, en Albox (Almería) y la otra en El Palmar, donde se habían trasladado madre e hija.

La sentencia señala que los primeros abusos se produjeron en los meses de octubre o noviembre de 2009 en la vivienda de los padres del acusado, un lugar al que él llevaba a la niña dada la relación de amistad y confianza que tenía con la madre de esta.

Debido a esa confianza, el acusado acudió en diversas ocasiones al domicilio que compartían la madre y su hija.

En varias de esas ocasiones, le entregaba regalos y tenía otras atenciones con la menor, a la que en ocasiones llevaba al colegio o la recogía a la salida del mismo.

Los segundos abusos ocurrieron a principios del año 2010, ya en El Palmar, donde pasaron a vivir tanto la menor como su madre, la pareja de esta y el acusado para abrir una tienda.

La sentencia condena a Juan N. G. a dos años y un día de prisión como autor de un delito consumado de abusos sexuales y a un año de prisión por otro delito igual, pero en grado de tentativa.

Además, deberá indemnizar a la pequeña con cinco mil euros por daños morales.

«Es la madre la que le dice a la niña que se invente esta historia». Es lo que alegaba en marzo ante el juez Del Olmo Juan N. G.

Apuntó que cree que la madre de la menor le ha denunciado falsamente «porque me negué a casarme con ella» para regularizar su situación en España, ya que la mujer es extranjera sin papeles. También llegó a decir que, cuando estaban en Albox, la madre y la niña vivían en un chalé que era un prostíbulo, y del cual entraban y salían clientes.

Luego apostilló sobre los abusos que «es posible que eso la niña lo haya vivido, pero no conmigo», dado que «en el ambiente en el que estaba la niña, pues sí podría pasarle algo así».

El acusado incurrió en una contradicción que le fue señalada por el juez: dijo al fiscal que en Albox no había tele (uno de los episodios de abusos que se juzgan habría ocurrido viendo televisión), y después, a preguntar de su abogado defensor, relató que en el supuesto prostíbulo había un televisor.

También declaró entonces, en calidad de testigo, la madre de la víctima. Resaltó que, para ella, Juan había sido «como un padre». Comentó que él le hacía muchos regalos a la niña, pero que no consideró que eso fuese sospechoso. Hasta que un día, que estaba ella con su hija comprando un helado, y la menor le dijo: «Te voy a enseñar lo que hacía Juan y lo que me ponía en mis partes».