Una ordenanza moderna, inclusiva y que se tomará como ejemplo, pero una ordenanza que no se puede aplicar. La normativa municipal con la que se quiere controlar el nivel de decibelios con el que se pone música en los bares no se puede aplicar hasta que no esté derogado el decreto regional de ruido, un decreto que se elaboró en el año 1998.

Para avanzar en este terreno el concejal de Urbanismo, Medio Ambiente y Huerta, Antonio Navarro, mantuvo ayer un encuentro con la secretaria general de Hostemur, Laura Mateo, reunión en la que aprovecharon para abordar diferentes cuestiones que afectan a este sector, entre ellas la del ruido. Mateo comentó a esta redacción que la nueva ordenanza municipal establece en 95 decibelios el máximo permitido para un bar y 104 decibelios para una discoteca, aunque contrasta con el decreto de ruido antiguo que marcaba el límite en 85. «Esta cifra es ridícula», señaló la secretaria de Hostemur, «ya que una sala de cine, por ejemplo, ya supera los 100 y no se le va a prohibir proyectar una película».

Laura Mateo hizo hincapié en que la ordenanza municipal ha sido muy bien elaborada, contando con los vecinos, los hosteleros y todas las partes implicadas, «pero el decreto de 1998 hace imposible su aplicación y el tema de los decibelios se escuentra en el aire» a la espera de que se derogue el antiguo decreto autonómico y se apruebe el nuevo.

Limitadores en los bares

En el encuentro de ayer también se analizó la implantación de los limitadores de ruido en los diferentes locales de restauración y de ocio en el municipio que están obligados a la misma, de conformidad con la normativa medioambiental. De esta manera, «el Ayuntamiento y la Federación garantizan el cumplimiento de esta normativa por parte de los bares y restaurantes», manifestó Navarro Corchón, quien también dijo que «queremos que los locales de ocio mantengan su negocio, pero también que se cumpla la normativa existente al respecto».

«Nuestra intención es trabajar de la mano con el sector, de manera consensuada, permitiendo la convivencia entre la hostelería y el normal desarrollo de la vida diaria, sin causar molestias a los vecinos con el ruido provocado, siempre dentro del estricto cumplimiento de las leyes y normas y los derechos de los ciudadanos», aseguró el concejal de Urbanismo, Medio Ambiente y Huerta.