Será un Belén de cincuenta metros cuadrados. El próximo día 18, viernes, sus ´padres´ -los tres hijos de Jesús Griñán, que siguen su estela en la empresa Belenes Murcia- viajarán con él hasta Noruega, y prevén estar montándolo y dejándolo perfecto hasta el siguiente martes, cuando regresarán a España sin su criatura. Porque el Nacimiento ´made in Puente Tocinos´ se queda en el país nórdico, donde será inaugurado el próximo 27 de noviembre.

La historia de cómo Drammen -una de las ciudades más grandes de Noruega, con fiordo propio y principal puerto importador de fruta- se fijó en la artesanía que se hace en una pedanía de Murcia pasa por tres curas luteranos. «Ellos vinieron desde Noruega para pedirnos el Belén», explica Manuel Griñán, responsable, junto a sus dos hermanos, de esta obra de arte que se va al frío.

En concreto, Manuel se encarga de la decoración y los vestidos de las figuras; su hermano José hace el vaciado, mientras que su hermana Mª Jesús se ocupa de la policromía de las distintas piezas. Y el padre, Jesús Griñán, a sus 76 años está aún «siempre asesorando», destaca su hijo.

«El Belén consta de montañas, casas... No sólo es el Nacimiento. Es la huida a Egipto» y otras escenas bíblicas, detalla Manuel Griñán. Porque los sacerdotes luteranos no dejan de ser cristianos. En total, unas 300 piezas, que llevan haciendo desde junio. «Es una experiencia muy bonita y algo novedoso», afirma.

El cariño y el buen hacer se nota en los detalles. Se perfila hasta la basa de las columnas del templo en el que José y María hacen la presentación de su hijo recién nacido. Cuidada esta la majestad de los Magos que van camino de Belén, sobre sus camellos, en un paraje donde el entorno natural reluce. El Ángel que anuncia a los pastores la buena nueva en unos días llegará a Noruega.