Los perros considerados de raza peligrosa siguen teniendo una gran losa sobre ellos, y si no que se lo cuenten a Laura Olmos Prior, una murciana de 28 años que ha luchado a capa y espada para poder adoptar a Noa, una perra American Standor Terrier de no más de dos años de edad. Su historia comenzó la noche del pasado 28 de mayo. Laura se encontró deambulando por una calle de El Esparragal a la perra.

A pesar de ver la raza del animal, Laura, al contrario de muchos vecinos que huían temerosos, no lo dudó y la llevó hasta el cuartel de la Policía Local de la pedanía para intentar saber si Noa -nombre que la propia Laura ha elegido para el can- llevaba chip y así, en caso de que hubiera sido robada o se hubiera perdido, poder localizar a sus dueños. Los agentes le comunicaron que allí no tenían lector de chips, por lo que le dijeron a esta joven estudiante de Auxiliar de Enfermería que se llevarían a la perra al Centro de Zoonosis donde sí hay detector. En ese momento Laura ya manifestó su intención de querer adoptar a la perra, en caso de que no tuviera dueños. «Noa estaba asustada y me dio mucha pena porque se le veía muy buena», asegura la joven cuando es preguntada por lo que le motivó a querer quedarse con ella. Los agentes le aseguraron que pasaría la noche en el Centro de Zoonosis y que si no tenía chip la podría adoptar al día siguiente. La sorpresa llegó cuando a Laura le comunicaron por la mañana que, a pesar de no tener dueños, no podía adoptar a Noa. «Me dijeron que era de raza peligrosa y que no se podía adoptar y que en unos días la iban a sacrificar. No me dieron opción», mantiene Laura, a quien esta negativa no la frenó.

Comenzó a contactar con distintas protectoras, Tarracosbull es una de ellas, y durante dos semanas «estuvimos presionando, mandando escritos, recogimos firmas? hicimos de todo para que no mataran a la perra», añade la joven. Finalmente, cuando parecía que en Zoonosis habían decidido ceder a Noa a una protectora para comenzar los trámites de la adopción, «me llaman y me dicen que la perra tiene Lismania y que cuando esto ocurre se sacrifican a los perros». «Yo no me conformé porque no me lo creía y conseguimos que le repitieran las pruebas», añade Laura. Ayer era el día elegido para sacrificar a Noa, por lo que Laura, junto a varios amigos, acudió a las puertas del Centro de Zoonosis para intentar evitar este trágico final. «A mediodía me fui a casa, ya que me confirmaron que se le había hecho una segunda prueba y que me llamarían para darme los resultados». Tan solo faltaron unos minutos, ya que al llegar a su casa recibía una llamada en la que le confirmaban que la prueba había dado negativo. «Sentí una alegría enorme, no lo puedo explicar con palabras», mantiene la joven, quien ayer, cuando habló con LA OPINIÓN, estaba a la espera de que le dijeran qué trámites debía llevar a cabo para adoptar a Noa. Los finales felices ocurren y en unos días Laura y Noa podrán estar juntas.