El circo de los horrores continúa instalado en el estadio de La Condomina. El UCAM Murcia, por quinta semana consecutiva, fue incapaz de volver a ganar, tirando así por tierra su última opción de luchar por alcanzar los puestos de play off de ascenso. Ayer, frente al Mérida, los universitarios fueron incapaces de pasar del empate (1-1) en un encuentro con alternativas para ambos conjuntos, y en el que los dos equipos se mostraron camaleónicos, amoldándose a las propuestas de juego del rival como buenamente pudieron.

Pero el Mérida, muy 'quemado' físicamente en la fase final del encuentro, hincó la rodilla ante una jugada sensacional del UCAM, que prácticamente en cinco o seis combinaciones desde su propio campo, consiguió que Gerard Oliva marcase su primer tanto con la elástica universitaria. Un estreno que llega tarde para un delantero que no ha rendido ni mucho menos a bajo nivel, pero que ha gozado de pocas oportunidades en detrimento de un Manu Onwu que, si bien ha conseguido sumar alguna asistencia de gol, sigue sin ver puerta tras doce semanas en el UCAM.

Y ese dato puede ser especialmente esclarecedor para intentar encontrar una explicación de por qué el UCAM Murcia no consigue imponer su ley en los partidos, por qué su defensa y su guardameta hacen aguas en cada partido, o por qué los pocos buenos momentos del equipo durante la temporada han coincidido con el acierto goleador de Marc Fernández. Ayer, frente al Mérida, se combinaron esos tres factores en cierta medida: sin Marc Fernández enchufado y con Javi Jiménez penalizando, más que aportando, la misión ha terminado por ser imposible. No varió Munitis su once salvo por los cambios forzados por sanción, colocando a Kitoko en el eje de la zaga en lugar de Fran Pérez y devolviendo al doble pivote a Bustos. Ganó en circulación el UCAM sin Kitoko en la parcela ancha, y la ganó atrás, posibilitando que el Mérida limitase sus apariciones ofensivas en la capacidad de su delantero Javi Gómez, ex del UCAM, para bajar los envíos largos desde atrás.

Sufrieron los universitarios para contener esa variante del juego, aunque al menos las bandas estuvieron contenidas, reduciendo la posibilidad de remate del '9' romano. Fue especialmente a través del balón parado como más peligro fabricó el Mérida, ya que el UCAM conseguía sortear la presión sobre el balón visitante encontrando espacio en la espalda de la defensa. Sin embargo, era la precisión de esos últimos pases los que no fructiferaban. Solo Julen Colinas consiguió plantarse ante el meta visitante Álex Lázaro, pero no escogió la mejor opción al preferir esperar la llegada desde atrás de algún compañero en lugar de probar suerte contra el portero. El Mérida, por contra, encontró en la cabeza de Golobart en el ecuador del primer acto su mejor opción, ya que el testarazo del central peló el poste derecho de la portería defendida por Javi Jiménez. Kike Pina, justo antes del descanso, también intentó quitarle las telarañas a la escuadra con un potente chut que no vio puerta por milímetros.

Pero tras ese intercambio de propuestas, en el segundo tiempo los dos técnicos variaron sus planteamientos para intentar sorprender al rival. Javi Gómez se marchó retirado por lesión, lo que posibilitó la entrada de otro ex del UCAM, el batallador Iván Aguilar. Con el Mérida más replegado, y con la aparición de Abel Gómez en el segundo tiempo en lugar de Urko Arroyo, los universitarios intentaron dominar y el Mérida contragolpear. Al dejar mucho espacio atrás, el Mérida se encontró con las puertas hacia la portería abiertas. De un balón largo Iván Aguilar sacó petróleo. Ganó la partida a Dani Pérez, al que regateó para disparar ante Javi Jiménez. El portero del UCAM, sin mucho tiempo de reacción, despejó demasiado blando, lo que sirvió a Germán Sáenz para cazar el rechace y adelantar así a los suyos.

El UCAM, vapuleado por el golpe, trató de digerirlo como buenamente pudo. El Mérida, muy castigado físicamente, defendió su mínima ventaja, pero los universitarios, en una acción de vértigo en el minuto 82, castigaron al conjunto romano con una combinación imposible de detener. Entre toques de cabeza y pases veloces, el balón cayó a Onwu en el lado izquierdo del área para servir de primeras a Gerard Oliva. Conectó con la zurda al primer toque para batir por bajo a Lázaro, y firmar así un empate que dejó una sensación de sentimientos encontrados. Incluso aunque hubiera ganado, este UCAM no desprende desde hace meses el carisma y la ilusión de un equipo que quiere ascender.